LA LUZ DE BALLABRIGA.

LA LUZ DE  BALLABRIGA.
Antonio; Conde Yndiano de Ballabriga

miércoles, 13 de julio de 2016

El Embrujo de Sevilla no es una creación… I





Antonio Pozo Indiano



El paseo de los caballistas en la Feria de Sevilla.



No hay mejor delicia  que la mañana en la Feria de Sevilla . La brisa  fresca, sutil  y perfumada , acaricia los rostros  y la luz solar reviste la estenografía  de colores chillones  y cálidos . En todo parece haber cordial plenitud . Los arrecifes  y las casetas revientan de  gentes que van y vienen, solemnes y reposadas . De cuando en cuado el aire  trae ráfagas de aceite frito  que hace pensar en la proezas de las clásicas buñoleras  y en los sabrosos “ churros “ de la tierra , dorados y calientes , de donde reciben el nombre de  “ calentitos “ . Los paseos centrales , los andenes , las casetas . bullen rumorosos  con la multitud  que ,  eliminando el cansancio de la anterior jornada , vuelve a la Feria , sedienta otra vez de cromatismo delirante , de inyecciones de alegría , de diversión  plácida en el fulgor de Sevilla en fiestas . Para la hora del pleno sol , reserva la Feria su más sugestivo espectáculo . Es entonces cuando irrumpen en la doble calzada , arteria principal de la ciudad de la lona , los caballistas  que como tropel de centauros , se desparraman  inquietos y nerviosos , bajo el multiplicado  arco triunfal de los farolillos , ahora sin luz , pero ofuscantes  por la variedad de sus tonos .
El caballista , el jinete , encarna , por su puesto , una de las instituciones  tradicionales de Sevilla. No se olvide que la cultura andaluza , sevillana si se requiere , representa al decir de Ortega y Gasset , un “ sustrato “ campesino o agrario , en contraposición  con el carácter bélico castellano . El culto a la caballería  viene a ser además  una costumbre de raza . Se nace para la equitación , como cabalgan desde la infancia  el tártaro y el gaucho , o el hombre de Andalucía la BajaSevilla ama pues la caballería  por un sentimiento nativo de la  mas pura herencia ancestral .



 El caballo , la mujer y la rosa  eran considerados poéticamente  por los árabes , como las criaturas  más bellas  de la Naturaleza  y nadie ignora  cuánta sangre  árabe corre por las venas  de los lustrosos corceles andaluces . Este culto al caballo significa por otra parte  una revelación de la finura espiritual sevillana. Si para el más agudo e idealista de los filósofos griegos  el caballo representaba  la idea típica  del irracional – y no otra explicación semántica  se me ocurre para interpretar  el término álogos - , el sevillano cuya sensibilidad  no esta exenta de idealismo , también concibe  al noble bruto  como el tipo más bello  de cuando le rodea  en el mundo irracional  de la naturaleza.


Pues he aquí . en el real de la Feria  y a la plena luz  de la radiante mañana abrileña , al elegante centauro andaluz . No cabalga por necesidad , ni ninguna inquietud le apresura . Viene con regocijo , con deleite , a lucirse . A Lucir , primero , a su corcel  que ha abandonado en las dehesas  feraces o las cuadras cortijeras  para que esplenda la gracia , el ritmo ,el pelaje , la lamina de su fina escultura . A exhibir  después su viril destreza , a ofrecerse  en espectáculo , como apunta Salaverria  , “ Rígido , grave , altanero , sobre su caballo  al paso , el andaluz   no consentiría  hacer ningún gesto  de mojiganga al estilo de “ Cow-boy “ o de cualquiera otra  especie de operador de circo . Tiene un sentido más elevado , más religioso que todo eso , de la  sublime función del jinete . La mano izquierda  en la rienda , la derecha descansando sobre el muslo , recto y entonado , el caballero de Sevilla , resulta , en efecto , la cosa mas bellamente  decorativa que pueda imaginarse “.


Aun resalta  mas gallarda la fisonomía  del caballista con la decoración  que le presta el vestuario . Sobre la silla vaquera  las fundas de cuero  de los zajones fortifican  la  perspectiva de sus  musculosas piernas , que se abrazan al caballo con la solidez  precisa  para el perfecto equilibrio  del torso .En la cintura la faja coloreada , en el pecho la chaquetilla  corta que ciñe sin presión el busto como si pretendiera  dejarlo más libre  pata el contoneo  o para la y solemne estatuaria rigidez. En la cabeza  el sombrero ancho  de alas para  sombrillear el rostro , cono recuerdo  y ejecutoria de la vida campera. Con este talante , el buen jinete presume de naturalidad , es decir , no alardea  del ejercicio de la cabalgadura , porque lo aprendió  sin sentir  en sus infantiles años  o porque se lo ha impuesto  la práctica  de sus trabajos perentorios . Y una y otra vez cruza el ferial , sin otro objeto  que el hacer acto de presencia  allí , como uno de tantos jinetes , para demostrar que en Sevilla  , el cabalgar  es virtud típica  de la raza y el timbre  del temperamento vernáculo .   


Pero no sólo se exhibe la equitación masculina en el paseo mañanero de la Feria , como si se tratara  de presentar un castizo  museo de jinetes de la tierra , acreditativo  de que exclusivamente  los hombres saben cabalgar . En Sevilla se hace caballera también la mujer  y el arte ecuestre no pugna  con la gracia clásica  de su dulce feminidad. Ved como un regalo de la mañana clara y aromática , a la gentil amazona , con el traje romántico de terciopelo negro , perniabierta  sobre el noble bruto , embutida en la chaquetilla  corta , tocada con el pañuelo de seda  bandoleril  y la monterilla con barbuquejo .O sentada  femeninamente en la enjaezada silla  vaquera , con la falda ampulosa  y la chaqueta viril , bajo el recortado y garboso dosel  del sombrero ancho .


Todavía , nos resta una  tercera estampa  de caballista . Se trata de la pareja ecuestre, tan común en la feria abrileña , como en las fiestas romeras . El jinete cabalga adelantándose  sobre la montura  y en la grupa del corcel se asienta la hembra .

El empuña el correaje y conduce con majestad  el ritmo de la marcha . Ella, despreocupada de la equitación  guardando el equilibrio  con la mano asida  al busto del mozo , se exhibe  en su belleza femenil  con el traje de gitana cuajado de lunares y volantes , o el indumento vetusto  y clásico de muchos años atrás  que lució la abuela , o en fin , la calada o mantilla blanca  de encajes que ensalza la gracia del rostro  con la alta peineta de carey o de concha , verdadera real.



Toda esta gama de tipos ecuestres  se da cita  y encuentro en las calzadas llenas de sol .Y allí relucen  en el delicioso paseo matutino el rumbo en el vestir , el garbo en el montar , la bizarría  y apostura  del jinete , la gracia  fuerte de la amazona , la armonía de la pareja.



Por entre ellos avanza a veces  , el coche enjaezado , como un solio errante entre el clamor de las gentes , que admiran sus troncos fastuosos  y sus ricos arreos  típicos , desde el labrado a los atalajes  hasta el trenzado caprichoso  de colas y crines  con coloreadas cintas , o las moñas  y los collarones  de campánulas  y cascabeles  que parecen  acompasar  el ritmo de su marcha . En el pescante , rígidos  y graves van los cocheros  vestidos a la usanza  antigua  y sobre la capota  o en el interior , las guapas mozas que se exhiben  en el esplendor  de sus vestes  policromas , con todo el ampuloso vuelo de sus faldas de volantes , el pañolón en el busto  y la mantilla y la peina con flores , esmaltando la belleza de la cara  en sonrisas…..


Crestomatía Conde Yndiano de Ballabriga


Galería de fotos para el recuerdo : Esperanza Rasero Serrano






                           Manzanilla La Guita " El Sabor de Tú Feria "