LA LUZ DE BALLABRIGA.

LA LUZ DE  BALLABRIGA.
Antonio; Conde Yndiano de Ballabriga

martes, 28 de enero de 2020

Lo mejor de la Naturaleza para ti : El Champiñón


Antonio Pozo Indiano



El champiñón es una clase inferior de los hongos.

El champiñón es un hongo que pertenece a la familia de las Agaricáceas y puede ser el cultivado (Agaricus bisporus) o campestre (Agaricus campestris). Es un basidiomiceto u hongo con basidios, siendo los hongos 'plantas inferiores', de estructura muy simple.



¿Cuáles son los beneficios de los champiñones?
Los beneficios de comer champiñones
·         El champiñón es un hongo que además de funcionar como antidepresivo, es rico en proteínas, fibra, vitaminas y minerales. ...
·         FORTALECEN EL SISTEMA INMUNE. ...
·         SON BAJOS EN CALORÍAS. ...
·         ANTIOXIDANTES. ...
·         REGULAN LA PRESIÓN ARTERIAL. ...
·         PRODUCEN ADECUADAMENTE ESTROGENO Y TOSTERONA.

·         Por esta riqueza en selenio, expertos nutricionistas norteamericanos señalan al champiñón como alimento adecuado para la salud prostática, así como para combatir el envejecimiento prematuro, la arteriosclerosis, la artritis reumatoide, la osteoporosis, la infertilidad o el acné.
·         POTENCIA EL SISTEMA INMUNITARIO
·         Por otra parte, el champiñón actúa, gracias a sus betaglucanos (uno de los compuestos que forman su fibra, junto con la quitina) como potenciador del sistema inmunitario.
·         De hecho, guarda grandes similitudes con las setas chinas consideradas curativas, como el shiitake, empleado desde la antigüedad por su capacidad de regeneración celular.

·         Actualmente se ha hallado que este tipo de hongos aumentan la producción de interferón, que se utiliza para la remisión de enfermedades como el sida por sus valiosas propiedades antivíricas.
·         Asimismo, la fibra alimentaria de los champiñones resulta beneficiosa para la prevención de las dolencias intestinales

·       Disfruta de una experiencia única e inolvidable en la localidad de Villanueva de la Jara. Te proponemos conocer de primera mano el cultivo del champiñón en esta localidad conquense, una actividad guiada de una hora de duración que será toda una experiencia para los sentidos. Visitaremos cultivos tradicionales de champiñón, y te enseñaremos todos los procesos que sigue el champiñón hasta estar listo para su comercialización en fresco.
La existencia de distintas variedades de champiñón hace posible que su cultivo se prolongue durante todo el año.
Todo comienza con las plantas de producción del sustrato, el compost. Antiguamente, éste se obtenía del estiércol que producían los animales de carga, pero actualmente, se hace a base de paja y abonos tratados con una lluvia artificial y procesos nitrogenados. El producto resultante se introduce en cámaras a altas temperaturas (aprox. 70º C) para proceder a su pasteurización y eliminación de posibles gérmenes.
El compost se envasa en paquetes o bolsas de plástico que son transportadas en palés hasta las naves de cultivo. Dichas bolsas permanecen durante unos 20 días germinando en las propias naves y, tras este período, se les quita la parte superior y se cubren con tierra, para esperar otros 20 días hasta que produzcan los hongos. Durante este tiempo, se riegan con insecticidas.

Cada paquete o bolsa tiene una vida útil de 3 ó 4 flores (periodos de producción) repartidos en unos 20 ó 30 días aproximadamente.
Por último, los paquetes se retiran cuando dejan de producir y se reciclan, por un lado el plástico y por otro el compost, que servirá de abono.
España es el tercer país europeo productor de champiñón después de Holanda y Francia.
En España se producen aproximadamente 110.000 toneladas de champiñón repartidas aproximadamente al 50 entre la la zona de Rioja y la comarca de Manchuela en Castilla-La Mancha.
En la zona de Castilla-La Mancha la producción es destinada mayoritariamente al consumo en fresco, mientras que en La Rioja la producción se destina mayoritariamente a su transformación en conserva.


En la comarca de La Manchuela, existen 14 pueblos en los que se centraliza la producción de champiñón, y son mas de 2000 cultivadores los que se dedican a dicho cultivo, mientras que en la zona de La Rioja, son 350 cultivadores aproximadamente, repartidos en tres municipios, los que se dedican a titulo principal al cultivo del champiñón.


Cuenca es la primera provincia española productora de champiñón, con más del 54% del total de la producción nacional.
Villanueva de la Jara produce anualmente unos 5 millones de kilos de champiñón y unos 800.000 kilos de setas.


         CRESTOMATÍA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA


martes, 21 de enero de 2020

¿Ayuda a perder peso cambiar la leche entera por la leche desnatada?










Antonio Pozo Indiano
Hay quienes creen que tomando leche desnatada reducirán su peso, pero los expertos en nutrición encuentran matices en esta idea



Vas al supermercado a por leche y en su pasillo correspondiente encuentras bricks de colores: unos azules, otros rojos, verdes e incluso morados. No solo las marcas empaquetan de manera diferente este alimento, sino que este arcoíris también determina los distintos tipos de leche que hay. Hay quien la prefiere desnatada, otros entera e incluso están los que la eligen semidesnatada. Sin embargo, la variedad ha crecido mucho más y también es posible encontrarla sin lactosa, con soja o de almendras, supliendo a paso acelerado las necesidades de todos los públicos.

Y entre tanta variedad surge la siguiente duda: ¿cuál es más nutritiva y saludable? Los expertos aconsejan acudir a un dietista-nutricionista para estudiar cada uno de los casos, ya que no es igual para todos, y Daniel Ursúa, especialista en nutrición, desmonta mitos en cuanto a los tipos de leche se refiere. «Tradicionalmente, la industria nos ha llevado a «temer» las grasas y asociamos el consumir productos con menor cantidad de estas con una mejor salud o pérdida de peso», cuenta. Sin embargo, la leche entera es mucho más completa que la desnatada: «ambas son saludables, pero la leche entera aporta los nutrientes propios de la grasa y tiene una mayor densidad nutricional», dice.

Al parecer, no solo son importantes sus componentes nutricionales y su sabor, sino que en muchas ocasiones hay quien deja de tomar leche entera para tomar desnatada. ¿El motivo? El falso mito de la pérdida de peso. «Habitualmente este cambio se realiza cuando se quiere perder peso y reducir el aporte calórico y graso de la dieta», explica la dietista-nutricionista de Nutrium Paula Fernández Giménez. «El hecho de pasar de tomar leche entera a leche desnatada sin cambiar ningún otro alimento de la dieta, provoca una reducción en el aporte calórico de la dieta. Es decir, al tomar menos calorías, es posible adelgazar», cuenta. Pero este cambio, al parecer, no será significativo para todo el mundo: «Será efectivo en personas que consumen mucha leche. Con un vaso al día, el cambio de leche entera a desnatada no se notará a corto plazo en el peso».

«Lo que hay que tener en cuenta es con qué vamos a acompañar esa leche. Si la leche es entera o desnatada, va a ser lo de menos para perder peso», aclara Daniel Ursúa, y añade que considera que «es necesario analizar una dieta en su conjunto y no los alimentos por separado para dar con conclusiones». Además, concluye: «si a un vaso de leche desnatada le añadimos cacao azucarado, galletas, cereales, etc., ya no será menos graso que un vaso de leche entera».

«La mayor parte de la leche es agua»
¿Es mejor, por tanto, beber leche desnatada? En cuanto a beneficios que se pueden notar en los cuerpos que toman grandes cantidades de leche, se encuentra la digestibilidad. «Personas que toleran mal las grasas, podrían notar mejoría en su digestión. Sin embargo, la leche entera contiene más vitaminas, por lo que otros consumidores podrían sentirse mejor físicamente tomando este tipo de leche, que es más completa. Las diferencias son poco significativas si no se toma gran cantidad de leche ya que ésta, tanto si es desnatada como entera, es en su mayor parte agua», aclara Paula Fernández Giménez, experta en dietas y nutrición. El aporte calórico entre una y otra sí que es significativo: «mientras que la desnatada la encontraremos con menos de un 0,5% de grasa, la leche entera tiene entre un 3,5% y un 4% de grasa», informa Daniel Ursúa.

Quiénes deberían, por obligación, tomar leche desnatada

A pesar de que se tiende a tomar esta leche para perder peso y sin pedir opinión a un experto, la leche desnatada sí que es aconsejable para un pequeño sector de la sociedad. «Se recomienda tomar leche desnatada únicamente a aquellas personas que padecen una patología como mala absorción de grasas u obesidad. En general, la elección debe ser más por sabor que por propiedades nutricionales», cuenta Paula Fernández. «En población sana, no hay motivos para evitar la leche entera, más allá del gusto personal de cada uno. La grasa que nos aporta la leche es muy saludable y la diferencia de calorías entre una y otra no justifica la pérdida de nutrientes al eliminar la misma», cuenta Daniel Ursúa, dietista-nutricionista de Nutrihabits.
Mientras que se aconseja tomar lácteos desgrasados a personas con obesidad o sobrepeso, dislipemia o síndrome del intestino irritable, entre otros, hay un sector al que se recomienda tomar lácteos enteros (yogur, leche y quesos frescos. «Los niños, adolescentes, personas de tercera edad, gestantes, lactantes, mujeres en edad de menopausia etc. deberían tomar con frecuencia lácteos y enteros», dice Alma Palau, presidenta del Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas.



Por qué debes tomar la leche que más te guste

La dieta de la población en general es rica en proteínas de origen animal, lo que implica una sobrecarga renal, y ello conlleva una mayor pérdida de calcio en la orina al metabolizar las proteínas y eso contribuye a aumentar las necesidades de calcio. «Lo ideal es consumir entre 2 o 3 raciones de calcio al día, bajos en grasas, tanto leche como yogures y quesos. Preferiblemente lácteos fermentados que ayudan a una mejor absorción y fijación del calcio», explica Alma Palau.

En conclusión, dependerá de la situación fisiológica, del sexo, de la edad y del estilo de vida de cada individuo para poder determinar si es más o menos saludable tomar leche entera o desnatada. «En los estudios nacionales sobre ingesta alimentaria se observa que el grupo de población que más leche desgrasada toma es de 45 a 65 años, y aumenta su consumo en mujeres y aumenta en hombres», explica Alma Palau. «Insistimos en la conveniencia de acudir al dietista-nutricionista para la toma de decisiones en la alimentación diaria, ya que es diferente en cada persona», aconseja la experta.
Melisa González

Diario ABC 21 de Enero 2020


                       

                          HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA.



           
                                                                       FITUR 2021

jueves, 16 de enero de 2020

«¿Es todavía España un enigma histórico?»









Antonio Pozo Indiano
«–Cuando yo empleo una palabra –insistió Tentetieso en tono desdeñoso- significa lo que yo quiero que signifique…, ¡ni más ni menos!
-La cuestión está en saber –objetó Alicia– si usted puede conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión está en
–La cuestión está en saber –declaró Tentetieso– quién manda aquí… ¡si ellas o yo!»
* Diálogo extraído de la obra de Lewis Carroll «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí»

El término Reconquista es objeto de una encendida controversia entre historiadores y políticos de distintas ideología en los últimos años. Algunos directamente abogan por borrarlo del diccionario. Si a partir del siglo XIX se empezó a usar entre historiadores sin el mayor problema, hoy recurrir a él significa implicarse en una u otra ideología. En su obra «Recuperación y expansión de los reinos cristianos», Manuel González Jiménez, catedrático de la Universidad de Sevilla, divide las dos posiciones ideológicas entre los historiadores tradicionalistas que han usado la Reconquista en «un tópico retóricamente exaltado» y los historiadores marxistas, que lo han empleado en un «concepto que había que extirpar y combatir».
El principal argumento del primer grupo ideológico es que la palabra en sí, Reconquista, nunca fue utilizada en las crónicas medievales de los reinos hispánicos. El término fue introducido ya en el siglo XIX por un autor extranjero. No obstante, se usaban en los textos mediavales conceptos similares como restauración política de la monarquía y, desde luego, la idea de recuperación territorial, de lucha contra los musulmanes de Al-Andalus, está muy presente en las crónicas. «Incluso había llegado a estar presente en las actas de fundación de iglesias o en las donaciones hechas por los particulares o por la monarquía a la institución eclesiástica», apunta Martín Federico Ríos Saloma en su libro «La Reconquista: una construcción historiográfica» (Marcial Pons Historia, 2011).
En este sentido, el profesor Derek Lomax, autor de «The Reconquest of Spain» (1978), defendió en el libro mencionado que el marco conceptual de la Reconquista no es para nada artificial:

«...la Reconquista fue una ideología inventada por los hispano-cristianos poco después del 711, y su realización efectiva hizo que se mantuviera desde entonces como una tradición historiográfica, convirtiéndose también objeto de nostalgia y en un cliché retórico de los publicistas tanto tradicionales como marxistas».
El problema, según apunta el famoso historiador, no es el nombre o la existencia de ese proceso histórico, sino el uso político que cada bando ha dado al episodio, reduciendo, a conveniencia, la complejidad de un hecho con múltiples facetas. La historiografía de corte romántico-tradicionalista redujo esos ocho siglos del período medieval peninsular a una cuestión militar, a pesar de que no todo fue una confrontación entre cristianos y musulmanes, sino que se produjeron fases de intercambio cultural y social que todavía están presentes en lo que hoy es España.
Tradicionalistas contra marxistas
Esa historiografía decimonónica reclamó la ascendencia de un grupo cultural determinado, los cristianos de los reinos del norte, sobre el resto de grupos del país para así presentar a España como una nación forjado como oposición a los musulmanes. Por descontado, las simplificaciones nunca son buenas. Así describe el proceso desde un punto de vista tradicional el historiador Antonio de la Torre:
«Suele entenderse por Reconquista la recuperación del territorio nacional contra los invasores musulmanes. La musulmana es una invasión distinta de las anteriores, Roma y los germanos. Unos y otros se funden con los hispanos, bien imponiendo su cultura, como Roma, bien aceptando la del país, como los germanos. Los musulmanes no lograron fundirse con los españoles; conviven, se influyen mutuamente, pero el resultado final ha sido la eliminación del invasor. Esta larga contienda, iniciada en 711 y terminada en 1492, es la llamada Reconquista».
Que algunos de los elementos de esta ideología neogótica fueran míticos o fabulosos no quita que la sociedad cristiana acabara aceptando estas ideas y aplicándolas a lo largo de la Edad Media hasta la guerra final en Granada

Por contra, la historiografía marxista no solo descartó en su totalidad el concepto y lo vinculó al franquismo, también definió hitos de la España cristiana como Don Pelayo o El Cid como construcciones ficticias que había que extirpar. Nada es tan blanco ni tan negro. Está documentado que la batalla de Covadonga, fuera combate o escaramuza, se produjo en las fechas referidas y que sirvió para cimentar una ideología fundamental para comprender lo que fueron los grandes reinos cristianos de España.
El catedrático de Historia Medieval Juan Ignacio Ruiz de la Peña Solar en la entrada que le dedica a Don Pelayo en el Diccionario Biográfico de la RAH sostiene que «detrás de las contradicciones de las fuentes, de los datos irreconciliables, de las deformaciones fantásticas que ofrecen en muchos casos y de unos silencios no tanto atribuibles a la inexistencia de los hechos como al desconocimiento o minusvaloración, impremeditada o consciente, de los mismos por quienes los historiaban, la realidad de Pelayo y Covadonga, de los sucesos que esos dos nombres evocan, es actualmente incuestionable y de general aceptación por la historiografía más autorizada».
La ideología fraguada en fechas próximas a la conquista musulmana (concepto que, por cierto, no se cuestiona a pesar del escaso peso que tuvo el componente religioso del primer Islam durante el proceso de conquista) mezcló hechos imaginarios con otros reales. Razón que no basta para desacreditar el peso que tuvo la ideología en sí, que ya estaba vigente a finales del siglo IX, como si fuera fruto de elucubraciones de clérigos o de nostálgicos del pasado visigodo.
Que algunos de los elementos de esta ideología neogótica fueran míticos o fabulosos no quita que la sociedad cristiana acabara aceptando estas ideas y aplicándolas a lo largo de la Edad Media hasta la guerra final en Granada. Como en toda ideología, su valor no está en si usó cuestiones verdaderas o falsas, si no en sí fue o no operativa en su contexto. La Reconquista lo fue, y mucho, durante siete siglos.
A mediados del siglo XI la ideología de la Reconquista ya estaba completamente consolidada y hasta la conocían los musulmanes. Abd Allah, último rey del taifa granadino, se refiere en sus Memorias a una conversación con el gobernador mozárabe de Coimbra en los siguientes términos:
«Al-Ándalus pertenecía a los cristianos hasta que fueron vencidos por los árabes, que los obligaron a refugiarse en Galicia, la región más desfavorecida por la naturaleza. Pero ahora, que es posible, desean recuperar lo que les fue tomado por la fuerza. Para que los resultados sean definitivos, es necesario delitirlos y desgastarlos con el transcurso del tiempo. Cuando no tengan dinero ni soldados, nos apoderaremos del país sin esfuerzo».
Un uso operativo hoy en día
Para muchos historiadores, más allá de una cuestión ideológica, el uso del término resulta hoy en día una cuestión práctica, operativa, para aludir a un conflicto donde había dos fuerzas enfrentadas en un espacio y en un ámbito común. En este grupo destaca Francisco García-Fitz, catedrático de la Universidad de Extremadura, que con motivo de unas jornadas sobre la Reconquista organizadas por la Universidad CEU San Pablo el pasado octubre defendió su uso: «Si aceptamos el concepto de Reconquista es porque es fiel a un argumento que existía y porque resulta operativo hoy en día.
«Para la historiografía actual, lo problemático sería usar Restauración, que ya se aplica para una fase del siglo XIX relacionado con la vuelta de los Borbones, por lo que daríamos lugar a confusión. Los conceptos los usamos para aclarar, no para confundir, y este es operativo desde un punto de vista lingüístico», señala este experto en historia medieval sobre un argumento que no inventó la historiografía del siglo XIX o el nacionalismo español.
«Ellos hablaban de recuperar un bien que les había sido arrebatados. Ese argumento está en las crónicas del siglo IX»
El historiador Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña, uno de los organizadores de las jornadas «La Reconquista a debate», también considera que se puede seguir usando Reconquista más allá del debate ideológico:
«Es incómodo el término Reconquista para algunas personas por el uso político que se le ha dado a lo largo de los siglos, tanto con ánimo de elogiarlo como de desprestigiarlo. Hoy en día, a los historiadores nos preocupa ese uso, que a veces conlleva que al emplearlo historiográficamente se te pueda catalogar de una cosa u otra. Nosotros pensamos que es un término con el suficiente consenso académico para que su uso sea neutro. Hemos llegado al punto de que si alguien lo usa debe adscribirse a una u otra ideología, lo cual es un despropósito».
El debate sobre el término, de elevado sesgo político, impide trabajar a los historiadores sin que se les coloque en una línea o en otra. Impide, en general, que puedan hacer su trabajo sin presiones. «Creo que ya va siendo hora de que dejemos de discutir acerca de un término, convertido casi en bandera de combate historiográfico, y profundicemos en otras cuestiones de mayor trascendencia como los fundamentos ideológicos de la Reconquista; el legitismo astur frente a otros legitimismos hispánicos; la Reconquista como soporte de una más amplia autonomía política; la Reconquista como objetivo común de los pueblos peninsulares; la Reconquista y el fortalecimiento de las monarquías feudales hispánicas, y otras más», defiende Manuel González Jiménez en su monográfico «Sobre la ideología de la Reconquista: realidades y tópicos».


La duración del episodio
Otro argumento en contra de usar el término de Reconquista está relacionado directamente con el hecho de integrar un periodo tan prolongado y variado dentro de un mismo compartimento histórico. Ortega y Gasset en el libro «La España invertebrada» ya cuestionó lo idóneo del término: «Una reconquista que dura ocho siglos, no es una reconquista».
Sin embargo, Eloy Benito Ruano, medievalista español, consideró en «La Reconquista. Una categoría histórica e historiografía» (2002) que el argumento de la larga duración no es suficiente para invalidar la Reconquista como fenómeno:
«Argumento que, a nuestro juicio, puede rebatirse con la invocación de tantos procesos y fenómenos históricos como pueden ser, en sus diversas proporciones, el Cristianismo, el feudalismo, la institución monárquica... Sujetos todos hoy incluíbles en la moderna concepción braudeliana (de Braudel) de la longue durée».
Otros conceptos como el de las cruzadas o la Edad Media resultan bastantes arbitrarios y hasta artificiales, y no por ello se aboga desde la historiografía por su desaparición. Hay otras razones por las que a su generación de pensadores les molestó el término.
La afirmación de Ortega y Gasset está integrada en una tradición crítica con el concepto tradicional de la Reconquista que iniciaron a finales del siglo XIX los «regeneracionistas». Este grupo ideológico, que abogaba por dejar atrás los males que habían llevado a la ruina de España, abominaba la Reconquista y la España medieval porque, como afirmó Sánchez Albornoz en una conferencia pronunciada en Praga en 1928, lo que representaba era la causa del «retraso» con respecto a Europa, el origen de un estado de «superexcitación guerrera» propia de los españoles y de «hipertrofia de la clerecía hispana». El propio Joaquín Costa propuso cerrar de una vez por todas, con siete llaves, el sepulcro de El Cid.
El historiador Miguel Ángel Ladero Quesada respondió en un artículo titulado «¿Es todavía España un enigma histórico?» a los «regeneracionistas» y a otros pensadores a los que estar demasiado cerca de los árboles no les permitía ver el bosque en su conjunto:
«Actualmente, muchos consideran espúreo el término reconquista para describir la realidad histórica de aquellos siglos, y prefieren hablar simplemente de conquista y sustitución de una sociedad y una cultura, la andalusí, por otra, la cristiano-occidental; pero aunque esto fue así, también lo es que el concepto de Reconquista nació en los siglos medievales y pertenece a su realidad en cuanto que sirvió para justificar ideológicamente muchos aspectos de aquel proceso».

CESAR CERVERA
DIARIO ABC
15-1-2020

         HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA


                                                         FITUR 2021