LA LUZ DE BALLABRIGA.

LA LUZ DE  BALLABRIGA.
Antonio; Conde Yndiano de Ballabriga

miércoles, 28 de enero de 2015

Factores que perturban la armonía social.

Antonio Pozo Indiano

La armonía social no es un simple  concepto moral , filosófico o jurídico.
Cierto que en sus últimas  raíces  la sociabilidad  arranca de carácter espiritual de la vida humana. Pero la armonía social  es algo  que cada hombre o mujer  experimenta  íntimamente  , que todo ser humano  podemos comprobar. Esta experiencia  íntima , este darnos cuenta  de que desde lo  más profundo de nuestro ser aparece  la armonía social como una inevitable necesidad  , muestra al mismo tiempo  notas afectivas  y vitales , sentimentales . Quiere esto decir  que la armonía  de cualquiera  relaciones humanas  supone un consentimiento  que , a su vez , puede expresarse de dos maneras : como  consentimiento a la necesidad  y sentimiento compartido por los demás  frente a esa misma necesidad.   Y sí es evidente  que la perfección de toda sociedad  depende de sus fines , la armonía  supone siempre un equilibrio  entre la voluntad  y el sentimiento.
Aunque  sea en forma  muy somera  , se ha de resolver  aquí  el valor social  de la vida afectiva.



La afectividad  es un elemento  humano de considerable  importancia. Su papel en la vida de los individuos  y de los  grupos  no puede ser negado . Los sentimientos  son inseparables  de nuestra actividad . aun en el caso  de que la conducta  de un hombre o mujer  determinado obedezca  al más decantado  ejercicio intelectual , la nota afectiva  estará ahí, por lo menos , animando  su decisión  y dándole color.  La “ lección “ , por ejemplo , la podemos saber todos ; pero es seguro  que quien esté  contento la entenderá  mejor  y la aplicará con mejores rendimientos . Pero ordinariamente  los sentimientos desempeñan  un papel más importante todavía . La afectividad  es el clima  que hace posible  que nuestras vidas  sean sentidas como propias. De ahí  que los sentimientos  aparezcan siempre , de un modo u otro, como indicadores  de la seguridad personal.

Toda amenaza  a nuestra seguridad  repercute  siempre  en el plano de los sentimientos  y desencadena reacciones  o actitudes de retraimiento , de reserva.
En consecuencia , los distintos elementos  que intervienen  en el juego  social , tanto si aparecen  definidos  en su condición  de fines  como si se ofrecen  en su calidad  de simples medios , no pueden en modo  alguno sobrecargar  de manera peligrosa la seguridad individual . El equilibrio  de todo grupo , como el de todo individuo , supone siempre  un producirse  o proyectarse desde la natural inseguridad  que todo hombre o mujer , individualmente  considerado , vive siempre . Es obvió , pues , que frente  a esta inseguridad individual la convivencia ha de evitar todo perfil agresivo.

Tan importante es el sentimiento de inseguridad que hasta los bienes económicos  son percibidos  en primera instancia  como factores  de seguridad. Pudiera objetarse  que la seguridad que los bienes económicos  producen  o la inseguridad determinada  por su menoscabo son  realidades objetivas  y razonables. Desde luego  es así , pero, con todo , las conclusiones  finales de uno u otro razonamiento  repercuten  siempre afectivamente  y se convierten de este modo  en motivo de reacción capaz de alterar  la armonía.

Todo desequilibrio  , cualquiera que sea su conflicto , produce siempre inseguridad, y , a su vez, toda situación de  inseguridad fomenta el desequilibrio . Existe una tendencia natural a buscar la seguridad  y el equilibrio  en la satisfacción de lo que pudiéramos llamar intereses biológicos o vitales . “ Premiun vivere, deinde filosofare “, dice una vieja sentencia , tan cierta desde este punto de vista , que la fuerza , la dinámica que preside  las relaciones interprofesionales  de los grandes grupos  es, al menos en potencia , de carácter instintivo  y sentimental.  
De hecho , los grupos sociales , sobre todo en épocas de crisis , se mueven  siguiendo la línea espontánea de lo vital.
La crisis se vive siempre  como amenaza a la seguridad , y esta amenaza , sentida siempre  como posibilidad de carecer  hasta de lo materialmente necesario , puede llegar a desencadenar  un verdadero afán materialista , capaz de poner  en peligro  la mejor ordenación de la convivencia .
Y como el desequilibrio  económico , también aquí  puede producirse  la reacción inversa : el afán materialista  de ciertos grupos  es siempre un elemento perturbador de la armonía social.

Estos peligros existentes  siempre , aun antes de graves situaciones  de hecho, capaces de desencadenar la pérdida  del equilibrio económico  o el afán materialista  de los hombre , se han de tener en cuenta , pues la vida humana  implica invariablemente , junto al impulso  a la perfección, ciertas tendencias  capaces de frenarlo. Todo desarrollo personal supone una lucha  entre uno y otras. El estancamiento  y la regresión  llevan al hombre al egoísmo , y dicho peligro  sólo puede ser  superado cuando se piense  que el problema del ser humano  es siempre  el problema de los humanos , y que , no habiendo cuentas  propias en el balance  del progreso humano , la  falta de respeto  hacia el prójimo  resultará , en última instancia , el factor que más gravemente  puede perturbar la armonía social.

Esto me lo enseñaron cuando tenía 17 años.

Crestomatía  Antonio Pozo Indiano
Texto : José M . Poveda Ariño




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