Esperanza Rasero Serrano - Antonio Pozo Indiano
La caseta de la Feria de Sevilla , puestos a
definirla diríamos que la caseta es lisa y simplemente el hogar sevillano en miniatura, o un
trasunto , visto con los gemelos del revés , de la casa hispalense con todas
sus gracias , alegrías y atractivos
acogedores . Porque la caseta tiene sabor de sala de estar, de patio y a veces , con un saledizo entre macetas
floridas de azotea trashumante . No parece sino que las calles de Sevilla se
han trasladado en síntesis estricta a un
lugar escogido para vivir la vida corta
y fugaz de la Feria , sin que esta
traslación signifique por lo demás , un descuaje del espíritu , o un
desplazamiento del centro de
gravedad del alma ciudadana ,
Sevilla queda en Sevilla ,
circunscrita a un espacio concreto y
dominable , concentrada en un lugar
físico para ver y sentir de una vez el panorama
de sus gozos . La ciudad ; como entidad humana , no la urbe . se ha
buscado así la grata ficción de un
mundillo nuevo de alegrías para
exhibírselas a sí misma y saborearlas con plenitud . Fuera
perdura y vive la urbe con su cotidiano
ajetreo y su inmutable carácter . Aquí
en la Feria ,
como si el espíritu se traspusiera en éxtasis
delirante , Sevilla , quintaesenciada en casas de telas y calles
artificiales , se resume y se abrevia , para que todo el mundo la comprenda y la ame y alcance justamente a penetrar el sentido íntimo de su verdad y de su tipismo . La Feria ,que substancialmente
,por tanto , no es otra cosa que Sevilla misma , con sus casetas , que a su vez
representan la puridad las casas y los habitantes de Sevilla , viene a significar el paraje donde -
valga el neologismo - primaverean los sevillanos como si acudieran a una playa ideal de venturas en que a través de hogares efímeros de lona , van a bañarse
en júbilo los espíritus .
Se ha cifrado la razón de la Feria en
el afán de la ciudad de acercarse al campo
aunque sin perderse por él , y se ha dicho que por eso la Feria aparenta un
realista aligación campera y urbana . Tratariase entonces de interpretar el festejo como una transición o mejor dicho un puente estrepitoso y
algarero entre el agro y Sevilla , sin
que se acertará a descifrar si es la
ciudad la que va a gozar de las delicias
rurales . o la campiña la que viene a invadir
con su fresca y espontánea
sencillez , la vida complicada y
moderna de la urbe . Pero no . El concepto campero de la Feria , acaso fundado en su
origen histórico de exhibición ganadera y
mercado , ha cedido por
entero al prestigio poético de la fiesta urbana . Lo rural queda solo como accidente , como
detalle . La venta de ganado se ha
reducido hoy a un simple matiz y
circunstancia de la Feria
abrileña. Lo substancial es la Ciudad trasvasada en viviendas artificiales . Lo
importante , la exhibición
esquemática en el lapso de unos
días de los que Sevilla atesora en las más íntimas entrañas de su
espíritu.
Pero volvamos a la caseta .
Sería superfluo detenerse en el análisis
de su estructura arquitectónica . Porque
en realidad , maravilla la sencillez
con que se forja . Un rudimentario armazón recubierto de lona , comúnmente listada de tonos fuerte- rojo –verde o azul
rematado en ángulo , constituye
todo el material constructivo . Y allí el mueble sevillano , con su pintura floreada
; los espejos y los carteles ; la flores
naturales y de papel ; los retratos
de las personas queridas . No falta a
veces la cabeza del toro y los cacharros
de cerámica trianera . Y al fondo las viandas , y los vinos , dispuestos por
arte de magia , para obsequiar a los
contertulios . Para que todo tenga un acento
típico , hasta la botellas de
vinos olorosos se visten de flamenco . En
aquel hogar improvisado monta su
permanente vigilia la familia sevillana . Toda la vida doméstica se
traslada allí por unos días para solaz y esparcimiento . Los padres para
que disfruten los hijos . Padres e hijos
para obsequiar a las amistades . Y como la familia los grupos sociales que definen y caracterizan la comunidad
urbana . La Hermandad
, el Casino , el gremio , la asociación , el barrio, las autoridades , las
corporaciones oficiales y públicas , todo el mundo tiene su caseta en aquella ciudad en síntesis que surge milagrosamente , en
proporción inversa a su alegría y a su
optimismo . Porque si la casa se reduce
y se simplifica por la metamorfosis
de la pared en tela , se acerca , sin embargo , hasta la seducción el corazón de los sevillanos , que están allí en sus casetas como en escaparates de efusiones
cálidas , de gozos permanentes , de la fraternidad permanente y comunicativa . La caseta constituye así el símbolo y la sede de la cordialidad
sevillana . El forastero que haya pasado una Feria en el Embrujo de este minúsculo hogar
de la gracia y de la alegría se lleva en
el alma , para siempre , la nostalgia de
un festejo que lo embriagará como un vino inolvidable.
Crestomatía del Conde Yndiano
de Ballabriga
Galería de fotos para el
recuerdo de : Esperanza Rasero Serrano
“ Una tarde de Feria con la Familia Rasero Serrano en
Sevilla “
Maria Pozo Rasero
Esperanza Rasero Serrano - Antonio Pozo Indiano
Esperanza Rasero Serrano-Marili Rasero Serrano- Antonio Pozo Indiano-Manuela Rasero Serrano- José Luis Rasero Serrano- Rocío Rasero Serrano-Dolores Serrano Menacho y Cecilio Rodríguez Franco.
Esperanza Rasero Serrano -Antonio Pozo Indiano
Maria Pozo Rasero-Antonio Pozo Indiano
En las casetas de la Feria de Sevilla no suele faltar manzanilla la Guita , una delicia para el buen paladar