Antonio Pozo Indiano
Somos pésimos pronosticadores de
nuestro propio futuro laboral y hacemos predicciones deficientes sobre lo que
estaremos haciendo en 5, 10 o 20 años. Esto influye (para mal) en nuestras
decisiones sobre carrera y trabajo.
Daniel Gilbert es uno de tantos expertos que asegura que somos
incapaces de predecir de manera fiable en qué estaremos trabajando dentro de
unos años. Este psicólogo de la Universidad de Harvard, experto en felicidad en
el trabajo, cree que "los seres humanos son obras en progreso que
erróneamente piensan que están terminados" y ha hecho popular la teoría de la ilusión del
final de la historia, que viene a decir que, de alguna manera,
imaginamos que la persona que somos ahora es la persona que seremos por el
resto del tiempo. Como Gilbert, otros expertos y estudios confirman esta
especie de tara para pronosticar nuestro futuro laboral, que nos lleva a tomar
decisiones erróneas cuando se trata de escoger una carrera, de cambiar de
trabajo o de reinventarnos profesionalmente.
uan San Andrés, consultor de dirección en organización y recursos
humanos, cree que "efectivamente, existen pruebas neurológicas claras de
que nos cuesta mucho imaginarnos a nosotros mismos en el futuro. La mayoría de
la gente trata a su yo futuro como si fuese otra persona distinta. Esto
condiciona también nuestra capacidad de imaginar nuestro futuro profesional.
Los niños suelen tener algún tipo de deseo profesional infantil -'quiero ser
astronauta'- que normalmente desaparece al crecer. Cuando somos mayores se dan
diferentes situaciones respecto a cómo imaginamos nuestro futuro profesional:
es posible tener una orientación-deseo-meta profesional muy clara y precisa
-'quiero ser neurocirujano en un gran hospital'-; o tener una idea muy clara
del tipo de cosas cuya realización nos hace sentir bien -'quiero trabajar por
mi cuenta en actividades en la naturaleza' o 'me gusta trabajar con la
tecnología'-; pero también no tener ninguna orientación ni preferencia
particular e irnos conduciendo de modo práctico según se presentan las cosas.
Son muchas las personas que estudian cosas que abren muchas puertas (Derecho,
ADE, o ingenierías) pero sin un interés verdadero en esa carrera".
Nekane Rodríguez, managing director global afiliates en Lee Hecht Harrison, se pregunta si
realmente es necesario pronosticar el futuro para tener éxito en nuestro
trabajo, "porque eso nos encarcela: estudiamos big data cuando lo que nos gusta realmente es la
filosofía". La experta añade que "la mayor habilidad para predecir es
aprender constantemente, ser resiliente, ser capaces de amar lo que hacemos o
adaptarnos a nuevas situaciones. Es esto lo que realmente nos ayuda a encontrar
nuestro camino".
Juan San Andrés insiste en que "ni la mitad de las personas
tienen una imagen clara de su trayectoria profesional deseada más allá de
progresar en sueldo y estatus. Tener una visión muy clara de la carrera buscada
puede ser bueno, porque puede guiarnos como una brújula, pero también puede
limitarnos en nuestras decisiones, nos impide ver oportunidades que quizá no
son obvias en nuestra conexión con lo que deseamos. Y nuestra vocación nos
puede limitar".
Por su parte Marta Romo, socia directora de Be-Up, asegura que
"un entorno VUCA (volátil,
incierto, complejo y ambiguo) hace que seamos cada vez peores prediciendo
nuestro futuro. Añade que hay estudios que dicen que somos buenos en los
pronósticos a corto plazo, cuando hay una línea coherente de causa-efecto, sin
ramificaciones. A más largo plazo es necesario simular más escenarios (más
ramificaciones), y ahí es donde las personas con más facilidad para la
imaginación tienen una capacidad predictiva mayor. La clave está en las
simulaciones que hacemos y en la capacidad para ponernos en diferentes
situaciones".
Andrés Pérez Ortega, consultor en estrategia personal, explica que
"la química dice que cuando metes más de dos variables en un sistema, este
se complica hasta hacerse imprevisible. Si esto ocurre con los átomos, con las
personas o la sociedad, a lo máximo que podemos aspirar es a predecir
tendencias macro, pero no a saber exactamente lo que va a ocurrir con un
producto, una idea o una persona. Existe algo así como un principio de
incertidumbre en los proyectos profesionales que nos impide predecir lo que va
a ocurrir".
Sesgos
La socia directora de Be-Up dice que "aquellos que están más
seguros de sí mismos predicen mejor las situaciones futuras, porque esa
seguridad hace que mantengan una decisión" y añade que "el cerebro es
como una máquina del tiempo que nos permite evocar escenarios pasados. La
experiencia ayuda, pero también condiciona y hace que las predicciones estén
sesgadas".
Muchos estudios sostienen que es un hecho que las personas se
vuelven más pesimistas con la edad, pero San Andrés concluye que "de ningún
modo es una ley inexorable que los mayores de 50 deban percibir su futuro
profesional en clave negativa o sin opciones. Si uno sabe capitalizar su
experiencia y descubre cómo aportarla de manera útil a los demás en nuevos
contextos, esa persona puede concebir legítimamente su futuro de forma
estimulante. Es más viable, realista y práctico identificar cuáles son los
principios profesionales guía que orienten nuestras carreras que tener unas
imágenes fijas acerca de dónde queremos llegar en el futuro".
Andrés Pérez cree que "aunque el futuro no se puede predecir,
una estrategia profesional puede reducir el margen de error. No sabemos cómo
vamos a actuar en el futuro ni lo que puede ocurrir en el entorno, pero podemos
manejar algunas variables para controlar los riesgos. Hay que tener una
estrategia personal que quizá no nos lleve exactamente donde queremos, pero que
puede acercarnos bastante: conviene tener claro lo que perseguimos (propósito,
misión, visión, valores), en qué creemos (personalidad), de qué estamos hechos
(cualidades), qué podemos ofrecer (propuesta de valor), a quién queremos
influir (público) o cómo vamos a comunicarlo (márketing personal)".
Ovidio Peñalver, socio director de Isavia, coincide en que existen
ciertos factores que ayudan a pronosticar nuestro futuro profesional: "Hay
que tener una visión clara. Se trata de imaginar qué queremos estar haciendo
dentro de unos años. También sirve tener unos modelos de actuación, alguien a
quien emular. Y apalancarnos en nuestros talentos. Es importante analizar qué
se nos ha dado bien históricamente y con lo que, además, disfrutamos".
Juan San Andrés añade que las carreras reales son una combinación
de nuestros deseos profesionales, las oportunidades que se nos presentan y la
calidad de nuestras decisiones: "Esta realidad hace que actuar con
esquemas rígidos -por muy nobles y legítimas que sean nuestras metas
profesionales- sea poco inteligente. Son pocos los que pueden construir al cien
por cien su trayectoria".
Es muy difícil, y poco frecuente, tener una visión nítida y
precisa de la trayectoria profesional, menos aún hoy, cuando el contenido de
los puestos y las estructuras organizativas cambian rápido. San Andrés cree que
"la mayoría de la gente visualiza sus carreras en términos generales
-"quiero trabajar en alta tecnología"- y quienes tienen metas muy
claras pueden disfrutar de un plus de motivación y de unos criterios precisos
para tomar decisiones a la hora de elegir entre diversas opciones".
Quién puede hacer pronósticos fiables
Si ya es difícil que uno mismo sea capaz de hacer una predicción
fiable sobre su propio futuro laboral, más aún lo será que esta venga desde
fuera. Esto nos lleva a recordar que casi nadie puede asesorarnos acerca de qué
carrera o profesión tendrá éxito.
·
La inteligencia
artificial o algunos cambios tecnológicos como el Internet de las Cosas
permiten recopilar información sobre nosotros de una forma que antes no era
posible. Algunos expertos -sobre todo los llamados 'futuristas'- hablan de un
'yo cuantificado' que permite construir una esfera de información que es
posible medir a nuestro alrededor. Al conocernos a nosotros mismos seremos
conscientes de nuestras fortalezas y debilidades.
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Juan San Andrés
recuerda además que "en psicología se habla del 'yo ideal', que es aquel
que reúne los aspectos que uno quisiera reunir. Parte de ese 'yo ideal' es un
'yo profesional' que puede estar definido solo en términos vagos (por ejemplo,
de estatus: quiero ser director) o en términos precisos (quiero ser director de
ingeniería en una tecnológica). Ese 'yo ideal' actúa como una especie de imán
haciéndonos acercarnos a él con mayor o menor fuerza".
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Puede recurrir a
factores de predicción que tienen que ver con su 'línea de vida', y que
consisten en escoger los 5 ó 6 mejores y peores momentos profesionales de su
vida y analizar cuál es el común denominador.
·
También tiene valor el
perfil que mostramos en las redes sociales. La American Psichological
Association asegura que las historias que se publican en Facebook son
predictores exactos. No sólo es posible encontrar información actualizada de
una persona, sino también acceder a su comportamiento pasado. Y se trata de un
valor de la historia de un posible candidato que no se puede obtener en un test
de personalidad.
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Elabore un plan de carrera
e investigue cuáles son sus puntos débiles y qué busca exactamente el mercado.
Conviene trazar un plan de acción que sea algo similar a un plan de negocio en
el que usted es el producto. Tenga en mente 'planes B'.
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Valore la posibilidad
de cambiar de vocación y buscar su desarrollo personal en otra actividad. Puede
ser de esa clase de profesionales que inician la búsqueda de su futuro laboral
en alguna ocupación o carrera que no tiene que ver con lo que han hecho hasta
ahora.
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Siempre hay tiempo para encontrar el trabajo ideal
Los expertos aseguran que somos pésimos pronosticadores de nuestro
futuro profesional, pero no sólo eso... Algunos estudios señalan que a mayor
edad, peor predecimos lo que vamos a ser y a hacer en el ámbito laboral. La experiencia
no parece ser un grado en este sentido, y esto va contra el hecho comúnmente
admitido de que nunca es demasiado tarde para que podamos conseguir el empleo
de nuestros sueños.
En todo caso, es posible combatir este determinismo:
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La oportunidad laboral
ideal debe pillarle preparado para responder a las exigencias del mercado y de
los reclutadores.
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Hay que estar a la
vanguardia de las tendencias, analizando las profesiones emergentes y los
pronósticos del mercado que nos ofrecen datos objetivos que hablan de nuevas
oportunidades profesionales. Usted debe saber exactamente lo que quiere e
imaginar su vida con 50 años cuando tiene 20; y reflexionar acerca de su futuro
laboral.
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Para Nekane Rodríguez,
'managing director global afiliates' en Lee Hecht Harrison, "no se trata
tanto de reinventarse como de saber qué queremos dejar, continuar y maximizar.
Cómo quiere continuar su carrera; qué le gustaría hacer si tuviera otro jefe,
en otro sector; qué le falta para poder hacer todo eso (en términos de formación
o de nivel económico). Y tendrá que moverse en esa dirección, buscando otro
trabajo, o emprendiendo".
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TINO FERNÁNDEZ
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DIARIO EXPANSIÓN 1-11-19
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Hemeroteca del Conde
Yndiano de Ballabriga
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