Antonio
Pozo Indiano
Les puedo asegurar que en los últimos días
estoy experimentando como la acción dinámica, que se deriva de este concepto en
las relaciones humanas, está en un nivel bajísimo. La situación no era mejor
antes; pero tenía la confianza que el sentido común y la búsqueda de la
convivencia fueran el objetivo de todas las personas que aspiramos a
construir, con nuestras acciones, un espacio de futuro.
Parece ser que
lo que impera es la mentira, la falsedad y sacar todo de contexto y poco
importan las personas y la articulación del Bien Común como referente de los
comportamientos de las mismas. Inventamos titulares y llenamos los textos de
falsedades.
Es verdad que
en todas sociedades existen diversas sensibilidades; pero cuando en la relación
que éstas deben de tener se obvia el verbo respetar nos adentramos en un camino
sinuoso y oscuro que solo puede llevar a la destrucción. Si además, esto se
produce en ambientes o círculos católicos se puede decir que se ha perdido la
perspectiva de lo que Jesús nos legó: amarnos como hermanos.
Hoy es Domingo
de Ramos, y la alegría que nos produce a los católicos esta celebración no
debería verse empañada por la mentira y los falsos testimonios. Cristo vino al
mundo para darnos la Luz y para invitarnos a edificar una ciudad santa en donde
la convivencia fuera un eje fundamental en las relaciones entre las personas.
Es verdad que
Cristo murió; pero también Resucitó. La Resurrección nos conduce a la
Vida, es el triunfo sobre la maldad.
Ciertamente,
cuando un católico se considera que está en posesión única de su verdad, y
comienza a maquinar en contra de la Verdad, está en un estado de muerte que no
nos ayudará a construir una sociedad justa y en favor de los demás. Está
anulando la Resurrección y, por tanto, dando la espalda a quien es el único
referente, Jesús de Nazaret.
Hay personas
que se consideran supercristianos, cuando en verdad son pobres personas, porque
lo único que hacen es destruir. La sociedad está harta de este perfil.
Deberíamos analizar nuestro comportamiento porque el mismo más que acercarnos a
la ciudad santa nos aleja, convirtiéndonos en antitestimonios ¿Cómo podremos
transmitir alegría y gozo? Nos
esforzamos en ser grupos cerrados a los demás, y pensamos que somos perfectos.
No nos damos cuenta que, cada día más, hay una gran multitud de ciudadanos que
se alejan de los católicos. Pero nosotros tan contentos y felices, haciendo
daño e hiriendo a quien no nos gusta. Esto no es la Resurrección de Cristo, y
desde luego vivimos fuera de la realidad.
El
respeto ha muerto y con esta muerte también la resurrección. No pretendo ser trágico, quiero
ser realista. También quiero tener esperanza porque muchas veces en mi
vida he experimentado que la Resurrección está presente en nuestras vidas. Lo
estuvo conmigo cuando en el año 1998 en Ruanda, después de una atentado
resucité, y lo digo literalmente porque el mortero que nos dispararon me
llevó, no se por cuanto tiempo, al túnel de la Esperanza. Cuando me ocurrió
esto era Director de Cooperación de Cáritas Española. Me acompañaba en ese
viaje el Padre Jesús Jauregui.
En estos días,
por el antitestimonio de personas que se llaman cristianas, he vuelto a
experimentar que la Resurrección está al final del camino. Su manera de
proceder se asemeja al mortero que recibí en Ruanda; pero también es cierto que
al final del túnel está la Vida. Es maravilloso que, en breve,
celebraremos la Pascua de la Resurrección. Esto alimenta la Esperanza.
Los
cristianos, si somos de verdad hermanos, buscamos la construcción de la
justicia, y para que se haga efectiva es preciso conjugar el verbo respetar.
Sin éste nunca haremos presente la Resurrección porque no es posible que la FE
esté en nuestro corazón.
Cristo, en su
vida pública , siempre generó el respeto como un valor esencial en la
construcción del Reino de Dios, de hecho su manera de relacionarse con los
demás siempre fue desde este verbo "quien
no tenga pecado que tire la primera piedra".
Si queremos
ser verdaderos testigos de Cristo no generemos maldad. El servicio a la
sociedad, si nos llamamos católicos, solamente es posible desde la verdad , y
no desde el convencimiento de que mi visión de la fe es la verdadera y única.
Nos olvidamos de que la Fe solamente se alimenta desde la Verdad con
mayúsculas, que no es otra que Cristo.
Los
cristianos, que se creen que son los únicos poseedores del mensaje de Cristo,
han olvidado las enseñanzas de Jesús de Nazaret y, por tanto, se han alejado
del respeto.
El respeto
solamente es entendible desde el desarrollo del Amor que Dios muestra a sus
hijos. Últimamente, experimento que el Amor de Dios se hace más presente en
todos aquellos que no practican, aunque sean bautizados, que en los
practicantes, porque entre estos últimos existen personas que solo buscan
confundir y manipular a personas buenas, llevándolas más a la muerte
que a la vida.
Dejo al final
de este párrafo un texto de la Encíclica Dios es Amor de Benedicto XVI , para
que nos ayude a reflexionar sobre si vivimos la esencia del Amor infinito de
Dios o más bien nos dedicamos a destruir el mensaje de Salvación que Jesús de
Nazaret hizo presente a través de su vida, muerte y Resurrección. El respeto
comporta vivir en comunión, dado que la fraternidad a lo que invita es a hacer
presente la común-unión.
"........consiste
precisamente en que esta comunión de voluntad crece en la comunión del
pensamiento y del sentimiento, de modo que nuestro querer y la voluntad de Dios
coinciden cada vez más: la voluntad de Dios ya no es para mí algo extraño que
los mandamientos me imponen desde fuera, sino que es mi propia voluntad,
habiendo experimentado que Dios está más dentro de mí que lo más íntimo mío10.
Crece entonces el abandono en Dios, y Dios es nuestra alegría (cf. Sal 73 [72],
23-28). De este modo, se ve que es posible el amor al prójimo en el
sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios
y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco.
Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un
encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el
sentimiento.
Entonces
aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos,
sino desde la perspectiva de Jesucristo. Su amigo es mi amigo. Más
allá de la apariencia exterior del otro descubro su anhelo interior de un gesto
de amor, de atención, que no le hago llegar solamente a través de las
organizaciones encargadas de ello, y aceptándolo tal vez por exigencias
políticas. Al verlo con los ojos de Cristo, puedo dar al otro mucho más que
cosas externas necesarias: puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita.
En esto se manifiesta la imprescindible interacción entre amor a Dios y amor al
prójimo, de la que habla con tanta insistencia la Primera carta de
Juan. Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver
siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la
imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al
otro, queriendo ser sólo piadoso y cumplir con mis deberes
religiosos, se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una
relación correcta, pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para
ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios.
Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero
ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero. Así, pues, no
se trata ya de un mandamiento externo que nos impone lo
imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro, un amor que por
su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros. El amor crece
a través del amor. El amor es divino porque proviene de Dios y
a Dios nos une y, mediante este proceso unificador, nos transforma en un
Nosotros, que supera nuestras divisiones y nos convierte en una sola cosa,
hasta que, al final, Dios sea todo para todos (cf. 1 Co 15,
28)"
Avancemos hacia el respeto
desde el bien común
14 ABR 2019 / 07:50 H - ACTUALIZADO: 14 ABR 2019 /
10:16 H.
EL CORREO DE ANDALUCIA
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
La importancia del Melón para tener una buena Salud
Ideal para perder
peso
En ocasiones, la pérdida de peso no solamente es una motivación
estética, pues algunos trastornos relacionados con el peso como la
obesidad provocan serios problemas para la salud. Por tanto, el consumo de
alimentos como el melón, con alto contenido en agua (hasta un 90%) son ideales
para formar parte de una dieta de adelgazamiento. Los melones son bajos en
calorías, grasa y colesterol.
Los melones
tienen alto contenido en colágeno, una sustancia que ayuda a regenerar la piel
y los tejidos y
por tanto nos mantiene más jóvenes. El colágeno es una proteína con
innumerables beneficios para la salud del organismo, y el melón, además de su
rico sabor, nos permite evitar el envejecimiento prematuro gracias a su
contenido.
Como he
comentado, el melón se asocia al verano y gran parte esto se debe a su alto
contenido en agua, el
90% de su composición. Además, el agua que contiene es rica en electrolitos,
por lo que es ideal para que el cuerpo se recupere de un duro entrenamiento (si
eres amante del ejercicio físico). Su contenido en carbohidratos y proteínas, además, permitirá que la recuperación sea completa.
Los riñones
también se benefician de la ingesta de melón, pues ayudan a las personas a ir al baño.
Sirve como una ayuda para el hígado a la hora de liberar toxinas del cuerpo, y
para aquellos que sufren problemas en este órgano, una buena idea es mezclar
zumo de melón con zumo de lima por la mañana, antes de desayunar.
El colágeno, como he
comentado, rejuvenece y ayuda a reparar la piel. Por tanto, para lucir una piel saludable comer melón es
una buena alternativa. El poder regenerador del colágeno
también ayuda a mejorar la salud de los ojos y aporta fuerza a los músculos.
Valor nutricional del melón
De cada
100 gramos de melón, más de 90 son agua. Tiene 6 gramos de carbohidratos, casi
1 gramo de proteína vegetal y 0 contenido en grasas. En cuanto a fibra, tiene 1
gramo por cada 100 gramos de fruta.
De las
vitaminas del melón destacan la vitamina C, niacina o B3, E, ácido fólico o B9,
carotenos (el melón naranja tiene más que el melón blanco), piridixina o B6 y
tiamina o B1.
Y de
los minerales podemos mencionar el potasio, el fósforo, el magnesio, el sodio,
el calcio, el hierro y el zinc.
Los
melones aportan 26 kcal por cada 100 gramos.
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