Antonio Pozo Indiano
El Jefe como primer servidor de la
comunidad.
Así , quien encarna
la autoridad , jefe de empresa ,
capitán de equipo o gobernante en general , se convierte en el primer servidor del grupo.
Este carácter servicial es básico para entender rectamente la autoridad , y quienes la ejercen deben tener convivencia de sus responsabilidades sociales ante los demás .
La competencia , la prudencia y el desinterés son virtudes indispensables para quien haya de servir a la sociedad
desde un puesto de mando .
Autoridad y obediencia
son términos correlativos : se
condicionan y se implican .
Son como las dos piezas ajustadas del más fino de los mecanismos.
La obediencia no puede ser simple sometimiento .
La obediencia a la autoridad , por ser
negocios entre seres humanos , es algo más profundo .
No se trata de atacar la autoridad porque no se puede ir contra ella . El ser humano no es una tuerca que , inevitablemente , haya de girar
empujada por la poderosa llave . La
obediencia – condición humana – sólo puede darse entre seres individuales .
La autoridad alcanzará su plenitud de sentido cuando ,
considerando la obediencia como un deber
, se advierta que más allá de la obligación es una virtud humana social.
Sabemos perfectamente
cómo la convivencia y la
solidaridad , formas naturales del
impulso humano a la sociabilidad en razones morales.
Pedir una incuestionable obediencia a un ser dotado de razón presupondría , por parte de la autoridad o de quienes la encarnan , la completa
posesión de la verdad , por eso la autoridad política sólo puede pedir obediencia razonable.
De este modo entendida ,la obediencia a la autoridad lleva consigo la subordinación , la confianza
,el afán de trabajar con toda lealtad.
Deberes del Jefe para con los
subordinados : respeto a sus derechos
Fácilmente se
puede derivar de cuando llevamos
dicho la obligación de las personas llamadas a ejercer la autoridad
para sus subordinados.
Respeto a los derechos de todos impone a
la autoridad una serie de límite s, y
estos límites no pueden se rebasados.
La ley moral natural ha de observarse en primer lugar . La moralidad de quien
manda en condición ineludible ,
y esta moralidad le llevará sobre todo , a no aprovecharse del poder ni a imponer medidas que vayan en contra conciencia.
En segundo lugar , los derechos
naturales de las personas señalan
también límites claros al ejercicio de la autoridad.
Por ejemplo , la autoridad no puede , en modo alguno ,
coartar el derecho de procreación o el
mantenimiento de la salud.
Finalmente , los derechos propios de las demás asociaciones , es decir, de todas
aquella unidades sociales de convivencia
que, encontrándose, respecto de sus fines , en una relación inferior y
subordinada , merecen igualmente el
respeto de la autoridad política.
Todo resulta muy claro si consideramos que , teniendo las personas unos fines que
cumplir , y siendo la convivencia un cauce natural para alcanzarlos , todo en ella ha de
resultar del respeto mutuo y del esfuerzo de todos por mantener
el orden indispensable de la misma.
Crestomatía : Antonio Pozo Indiano
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