Antonio
Pozo Indiano
Hace décadas que la
humanidad recorre un sendero peligroso: tiene armas que podrían autodestruirla,
está alterando el clima hasta un punto de no retorno y explotando ecosistemas
que son claves para la vida en la Tierra. Los seres humanos parecen abocados
desaparecer por su propia culpa. Sin embargo, ¿puede esta tendencia «suicida»
haber estado presente en otras civilizaciones extraterrestres?
Esta es la nueva teoría del siempre polémico Avi
Loeb, el astrofísico de la Universidad de Harvard que ha propuesto desde
que el primer viajero insterestelar, el célebre Oumuamua, es una antigua nave
extraterrestre a que los aliens ya
nos han visitado. «Sospecho que las civilizaciones son muy efímeras.
En otras palabras: que no son muy cuidadosas con su planeta, y al final acaban destruyéndose
a sí mismas, ya sea mediante guerras nucleares, por los efectos de sus acciones
sobre el clima o por la destrucción de su entorno», explicaba para una entrevista en la revista XL Semanal.
Ahora ha vuelto a retomar el tema en una charla en la
Cumbre «Humans to Mars» en Washington (EE. UU. ). Loeb afirma que esta
podría ser la explicación de por qué aún no hemos hecho contacto con vida
extraterrestre inteligente a pesar de la proliferación de recursos de
la Vía Láctea (un enigma conocido como la paradoja Fermi).
Abrasiones
y gases en otros planetas, ¿signos de alienígenas?
Por ello, el físico de Harvard vuelve a proponer que quizá
sería necesario abrir más nuestra mente y buscar artefactos de civilizaciones
desaparecidas que podrían encontrarse en forma de quemaduras en superficies
planetarias o productos de guerra nuclear en el aire de extraños y remotos
mundos (o no tanto). «Nuestra tecnología tiene solo un siglo de antigüedad,
pero si otra civilización tuviera 1.000 millones de años para
desarrollar los viajes espaciales, pueden enseñarnos cómo hacerlo», afirmó
Loeb.
Y, aparte de conocer acerca de tecnología alienígena o
sobre el comportamiento de otras civilizaciones, para el científico sería igual
de importante aprender la lección de qué no debemos hacer si queremos
seguir existiendo en el universo. «La idea es que podemos aprender algo en
el proceso, como a comportarnos mejor entre nosotros, no a iniciar una guerra
nuclear o a monitorear nuestro planeta y asegurarnos de que sea habitable
durante el tiempo que podamos vivir en él», explicó Loeb, firme defensor de
buscar inteligencia extraterrestre con programas como SETI.
El
impulso del programa Breakthrough Starshot
Por todo ello, Loeb insiste en la importancia de continuar
indagando en los vuelos interestelares, hasta ahora solo teóricos. De hecho,
este es un campo que Loeb conoce bien, ya que está involucrado en elproyecto Breakthrough Starshot, un plan en el que también
participaron Stephen Hawking hasta su muerte o el dueño de
Facebook, Mark Zuckerberg. Financiado por el filántropo y
multimillonario ruso Yuri Milner, su objetivo es desarrollar
mininaves (velas solares del tamaño de una tarjeta de crédito) que podrían
acercarse a los sistemas exoplanetarios a un 20% de la velocidad de la
luz.
El avance de Starshot pretende tener un sistema de este
tipo en funcionamiento en aproximadamente 30 años. «Si este esfuerzo, o algo
parecido, tiene éxito, los extraterrestres inteligentes pueden
considerarnos desde una nueva perspectiva, como compañeros
interestelares que merecen atención y respeto», dijo Loeb. «Mi esperanza es
que encontrar civilizaciones muertas nos inspire a comportarnos mejor y actuar
juntos. Además de que, una vez que salgamos del Sistema Solar, recibiremos un
mensaje de vuelta: 'Bienvenido al club interestelar'. Y nos daremos
cuenta de que hay un montón de tráfico que no conocemos», concluyó.
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