Antonio Pozo
Indiano
Las mentiras que presentaron
la expulsión de los judíos de España en 1492 como la ruina del imperio
Según una visión surgida
en medio de la llamada Ilustración judía, fue la intolerancia de los españoles
el origen de todos sus males y su ruina económica
La conversión forzosa de los judíos en 1492
supuso un tragedia humana para miles de españoles de este credo que se vieron
obligados a huir de su país. No obstante, el paso de los siglos llevó a deformar
un acontecimiento que otros países habían realizado anteriormente con mayor
brutalidad, como demuestra que la mayoría de los afectados por el edicto de Granada fueran
descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra. Y esa
misma Europa antisemita que había celebrado en su momento la decisión de los
monarcas españoles –la Universidad de la Sorbona de París transmitió a los Reyes Católicos sus
felicitaciones por «aquel símbolo de modernidad»–, fue la que en el siglo XIX
dio una versión exagerada y embustera donde los españoles aparecieron como unos
fanáticos que se condenaron para siempre a la decadencia por razones
religiosas.
Las corrientes de racismo científico surgidas en el siglo XIX
retomaron esta idea de que los españoles eran una raza irremediablemente
inferior y degenerada por la contaminación semita
Las corrientes
de racismo científico surgidas en el siglo XIX, donde los anglosajones ocupaban
la cima de las razas, retomaron esta idea de que los españoles eran una raza
irremediablemente inferior y degenerada por la contaminación semita. El
mestizaje explicaba, en su opinión, la decadencia del Imperio español que en el
siglo citado vivió su periodo más declinante.
La
ruina económica ¿en 1492?
Por otra lado, una nueva vertiente de esta
leyenda negra emanó directamente del liberalismo. Según esta visión, fue la
intolerancia de los españoles para con los judíos el origen de todos sus males
y su ruina económica. Una teoría que empezó a parecer en la década de los años
30 del siglo XIX muy vinculados a los movimientos de emancipación de católicos
y judíos en Gran Bretaña, entre ellos defendidos por William
H. Prescott y Washington Irving. No en vano,
esta visión deformada del acontecimiento bebía de la llamada Ilustración judía
(la Haskalá), que defendía la integración de los judíos en las sociedades en las que
vivían y usó la expulsión de 1492 como la prueba irrefutable de que las salidas
forzosas de hebreos podían arruinar las economías de todo un país. Una
afirmación que tenía su antecedente directo en la literatura apocalíptica
sefardita (la comunidad de los judíos expulsados) que proclamó el fracaso de
España tras su salida casi como un castigo divino.
Desde 1492, esta comunidad se mantuvo
nostálgica del Sefarad y mitificó su presencia allí. Dentro de su literatura,
cualquier contratiempo sufrido por el Imperio español fue interpretado como un
castigo por la expulsión y maltrato de los judíos. La muerte de los hijos
de Isabel La Católico y el desastre de la Armada Invencible, entre
otras desgracias, eran a ojos sefarditas una intervención de Jehová para vengar
a su pueblo. La salida de la única gente con talento para las ciencias y el
dinero lastró el crecimiento de España y condenó al naciente imperio a su destrucción,
según esta visión apocalíptica.
Así y todo, la idea de que España se
desinfló a partir de la expulsión parte de la premisa cuestionable de que el
tiempo anterior a este acontecimiento fue de un gran esplendor para Castilla y
de que los judíos habían contribuido a la grandeza de los reinos hispánicos de
forma decisiva. En este sentido, Joseph
Pérez desmonta en «Historia de una tragedia: la expulsión de los judíos de España» (Barcelona, Crítica) esta premisa al considerar que «en vista de la
documentación publicada sobre fiscalidad y actividades económicas no cabe la
menor duda de que los judíos no constituían ya una fuente de riqueza relevante
[en Castilla y en Aragón], ni como banqueros ni como arrendatarios de rentas ni
como mercaderes que desarrollasen negocios a nivel internacional». Su
influencia estaba ya en caída libre cuando el primer imperio global se alzaba.
De tal manera, el Imperio español entró en
colapso a finales del siglo XVII (si bien aguantó en pie hasta el siglo XIX)
por múltiples cuestiones, entre ellas unos gastos militares inabordables y una
fiscalidad disparatada en Castilla, pero no por la expulsión dos siglos antes
de una población minoritaria. «Todo lo que sabemos ahora demuestra que la España del siglo XVI no
era precisamente una nación económicamente atrasada [...]. En términos
estrictamente demográficos y económicos, y prescindiendo de los aspectos
humanos, la expulsión no supuso para España ningún deterioro sustancial, sino
solamente una crisis pasajera, rápidamente superada», concluyeJoseph Pérez en el
citado libro.
La
expulsión de los judíos, en cifras
En este sentido, la economía española no se
derrumbó a raíz de la expulsión, sino que precisamente coincidió con los
enormes beneficios que el descubrimiento y colonización de América trajeron para Castilla. Empezando porque la auténtica cifra de los
que llegaron a salir del país fue muy inferior a la proclamada por la leyenda
negra y, de hecho, la expulsión afectó sobre todo a las clases más bajas, a los
que menos tenían que perder si no se convertían al cristianismo.
En tiempos de los Reyes Católicos, siempre
según datos aproximados, los judíos representaban el 5% de la población de sus
reinos con cerca de 200.000 personas. De todos estos afectados por el edicto,
50.000 nunca llegaron a salir de la península pues se convirtieron al
cristianismo y una tercera parte regresó a los pocos meses alegando haber sido
bautizados en el extranjero. Algunos historiadores han llegado a afirmar que
solo se marcharon definitivamente 20.000 habitantes, entre los cuales no
estaban aquellos calificados como «talentos de las ciencias y el dinero», que
en su mayoría aceptaron la conversión.
50.000 nunca llegaron a salir de la península pues se
convirtieron al Cristianismo y una tercera parte regresó a los pocos meses
Si bien los perjuicios económicos en Castilla no fueron evidentes
a corto plazo, la despoblación causada por la salida de los moriscos agravó la
crisis demográfica de este reino que se mostraba incapaz de generar la
población requerida para explotar el
Nuevo Mundo y para integrar los ejércitos de los Habsburgo, donde los
castellanos conformaban su élite militar.
CESAR CERVERA
DIARIO ABC
6-7-2017
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA
La importancia de la Zanahoria para gozar de una buena Salud.
Las zanahorias son ricas en nutrientes varios. En especial, en vitamina A y carotenoides. Ahora bien,
también son una fuente de minerales como: el potasio, el fósforo, el magnesio,
el yodo y el calcio; y, por otra parte, vitamina B3 (niacina), vitaminas E y K
y folatos.
Salud de la vista
Dichos nutrientes actúan en el organismo de diversas maneras,
por ejemplo, el betacaroteno actúa como un compuesto antioxidante que se
transforma en vitamina A. Esta vitamina en particular,
también conocida como retinol, ayuda a promover el buen funcionamiento de la
retina humana. Adicionalmente, esta vitamina ayuda a ver mejor cuando hay poca
luz.
La falta de vitamina A en el organismo puede llegar a ocasionar una enfermedad
ocular llamada ‘xeroftalmia’, la cual se caracteriza por la
sequedad de la membrana conjuntiva y opacidad de la córnea. Si bien se trata de
un caso extremo, viene a darnos una idea acerca de la importancia de contar con
vitamina A en el organismo.
Salud de la piel
Las vitaminas A, B y C, en
conjunto con otros nutrientes, como los flavonoides,
ayudan a que la piel tenga la capacidad de curarse con mayor facilidad en caso
de lesión externa y a mantenerse sana.
Los alfa y betacarotenos que contiene la zanahoria también viene
a ser nutrientes sumamente beneficiosos para la salud de la piel, puesto que se
convierten en un antioxidante que ayuda a:
·
Combatir la acción de
los radicales libres (que son moléculas que promueven el
deterioro de las células y, por ende, el envejecimiento).
·
Reducir la inflamación en caso de lesión.
·
Acelerar el proceso de curación de la piel lesionada.
Por su parte, la vitamina E promueve la
formación de fibras elásticas y colágenas del tejido conjuntivo y,
a su vez, combate la acción de los radicales libres. En consecuencia, actúa
como antioxidante que, en suma, ayuda a mantener la elasticidad y tersura de la
piel.
Salud del sistema digestivo
La zanahoria es una hortaliza con alto contenido de agua, por
ende, supone un buen aporte de fibra. Esto le
confiere propiedades digestivas muy importantes para la salud del sistema
digestivo.
Se ha comprobado que, al comerla, la zanahoria aumenta la producción de saliva y, también, de los jugos
gástricos que intervienen en el proceso de la digestión. A su vez,
ayuda a prevenir la acidez estomacal, la formación de úlceras así como mantener
en buen estado la flora intestinal.
Cuando se consume cruda, es
capaz de aumentar los movimientos intestinales y de combatir el estreñimiento.
Esto se debe a que contiene pectina. Sin embargo, cuando si se consume cocida,
se potenciarán los componentes astringentes de la zanahoria, los cuales son
convenientes en caso de diarrea.
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