Antonio Pozo Indiano
La
gran estafa de Rusia al Imperio español que Fernando VII ocultó por vergüenza
Alfred
López publica «Eso no estaba en mi libro de historia de la política», una obra
en la que recoge una infinidad de anécdotas y curiosidades sobre este campo
Los líos
que vemos día sí y tarde también en el Congreso de los Diputados ( España) son
únicos. O eso creemos. Pareciera como si la letanía de los gritos, los 'zascas'
y las discusiones entre sus señorías (esa suerte de circo en los escaños) fuera
una seña de identidad de nuestra era. Y otro tanto sucede con las corruptelas
que, cada poco, asoman la patita por debajo de la alfombra. Pero la realidad es
bien distinta a lo que se nos ha insertado en la mollera; como pasa en otros
ámbitos, la política y todo lo que orbita a su alrededor es, con permiso de
otro mucho más conocido, uno de los oficios más viejos del mundo. No solo eso,
sino que ha tenido el privilegio de sorprender, con asiduidad para mal, a los
ciudadanos desde hace siglos.
Un claro ejemplo es el llamado «escándalo de los navíos»: la
adquisición de una flota de cinco bajeles por parte del rey Fernando VII a
Rusia que acabó en un completo desastre. No por la falta de pago o (haciendo un
símil) porque no llegase a buen puerto, sino porque, cuando los buques en
cuestión arribaron a nuestro puerto, el monarca se percató de que se la habían
dado con queso, pues se hallaban en pésimas condiciones. Este curioso suceso es
uno de los muchos que explica el divulgador histórico Alfred López (más
conocido con el sobrenombre de «El listo que todo lo sabe» en su más que popular blog) en su nueva obra: «Eso no estaba en mi libro de historia de la política» (Almuzara, 2019).
La obra en cuestión explica, con un estilo
rápido y vibrante, una infinidad de anécdotas históricas relacionadas con el
mundo de la política (y todo lo que a este rodea). Desde quién tiene el triste
honor de ser el representante público corrupto más antiguo de la historia (el
orador griego Demóstenes,
del siglo IV a.C.), hasta las llamativas aspiraciones atómicas de Francisco Franco. Todo
aquello digno de ser nombrado se recoge en la obra, que guarda -como no podía
ser de otra forma- un lugar especial para «españoladas» como el instante en
que Jordi Pujol prohibió
a su predecesor, Josep Taradellas,
gritar un «¡Viva a España! en su último discurso o el título olvidado que, en
la actualidad, ostenta el monarca Felipe
VI (el de rey de Jerusalén).
Una
real estafa
Más allá de los claroscuros y la leyenda
negra que rodea a Fernando
VII, la realidad es que -como bien señala López en su obra- el
monarca tuvo que afrontar un reinado plagado de vicisitudes. La principal:
reconstruir un país que acababa de expulsar al invasor galo tras nada menos un
lustro de enfrentamientos a cara de perro en el corazón de su territorio.
Aunque no la única; y es que, las insistentes revueltas protagonizadas por los
territorios latinoamericanos a
partir de 1809 supusieron también un verdadero quebradero de cabeza para la
monarquía. Para este último reto, «el
Deseado» necesitaba contar con una armada similar a la que
había tenido nuestra España antes de 1808.
«Recibió como herencia una Armada española cuya
flota naval había prácticamente desaparecido a consecuencia de la batalla de Trafalgar, que
tuvo lugar el 21
de octubre de 1805 bajo el reinado de su padre, Carlos IV», explica López. A
su vez, y en sus palabras, la Guerra
de la Independencia acabó con los, ya de por sí, dañados bajeles
del vetusto Imperio. «La que había sido durante muchísimos años la armada más
poderosa y temida de todos los mares se había quedado reducida a unos pocos
barcos dañados», completa el divulgador. La pregunta estaba clara, y suponía
todo un reto para Fernando
VII: ¿Cómo podía el país reconstruir su flota de forma rápida y
efectiva?
La solución fue la de siempre: el dinero. A
pesar de haber salido de una guerra con Francia, Fernando VII adquirió a
los galos en 1817 varios bajeles en buen estado. Pero el número seguía siendo
escaso. Poco después, el monarca puso sus ojos en Rusia y solicitó al embajador
del país en España, Dmitry
Pavlovich Tatischev, que le propusiese al zar Alejandro I la compra de
más naves. López se muestra partidario de que el entonces ministro de
Marina, José Vázquez de Figueroa,
avisó al rey de las «intenciones poco claras» del intermediario y criticó el
alto precio que se barajó en principio. No obstante, todo terminó en la firma
del llamado «Convenio
de compra de la escuadra» a cambio de 13.600.000 rublos. Según el
divulgador, «70 millones de reales de vellón». Una cifra, en todo caso,
excesiva por cinco
navíos y tres
fragatas (estas últimas, un detalle simbólico).
Alejandro I Zar de Rusia
Al final, en la adquisición no participaron
los principales ministros (entre ellos, De Figueroa, excluido de las negociaciones). El
trato, ya de por sí turbio, se convirtió en una auténtica pesadilla cuando los
barcos rusos arribaron al puerto
de Cádiz el 21
de febrero de 1818. Y es que, aunque en principio el
capitán general de la región los declaró «capaces de todo servicio», pronto quedó cristalino
que no podían combatir. «La mayoría tenían la madera con la que habían sido
realizados podrida, además
de haber sido usados en varios conflictos marinos por parte de la Armada rusa.
Evidentemente España se encontraba ante una estafa en toda regla», añade López.
Según narra, todos los navíos salvo uno fueron destruidos. Y este último fue
reparado a costa de una ingente cantidad de dinero. Lo mismo pasó con las
fragatas.
«Los rusos se escudaron en que en el
contrato firmado por ambas partes no se especificaba por ningún lado que los
barcos estarían, o deberían estar, en buen estado», añade el autor. El fraude,
a la postre llamado «el
timo de los barcos» por los españoles, intentó ser escondido
por parte del monarca. «Tergiversó la historia en los diarios y mandó publicar
que el acuerdo de adquisición de la flota rusa había sido un éxito», desvela.
A partir de entonces existen dos versiones. En primer lugar, la que afirma que
el ministro de Marina fue el peor parado por recriminar a Fernando VII su
decisión. La segunda, por su parte, explica que su colaboración en el desastre
fue mucho mayor y que fue uno de los principales responsables. En todo caso, la
estafa ya estaba perpetrada.
Alfred
López: «En los años 80, las ventosidades de arenques casi provocaron una
guerra»
1-¿La historia de la política española ha sido
siempre protagonizada por personajes torticeros e interesados?
La verdad es
que ha habido de todo. Desde representantes que han sido honestos con sus
ideales y con un gran sentido de servicio hacia los ciudadanos a los que
representaban, hasta aquellos personajes que vieron en la política la
herramienta perfecta para enriquecerse o convertirse en egocéntricos y
déspotas. También los hay que han asumido roles y protagonismos que les tocaba.
La historia es cíclica y lo que hoy en día tenemos no es más que un fiel
reflejo de lo que hicieron los predecesores.
2-Parece curioso también que, a día de hoy,
Felipe VI siga ostentando el título de rey de Jerusalén. ¿Cómo puede ser?
Efectivamente.
Es la mar de curioso que un reino como el de Jerusalén, que dejó de existir
como tal en el año 1291, siga existiendo como título y que este se continúe
utilizando en la Casa Real española como uno más de los numerosos que ostenta
el monarca.
La categoría de rey de Jerusalén estaba
emparejada a la del Reino de Nápoles y, cuando, en 1504, Gonzalo Fernández de Córdoba (el
'Gran Capitán') se hizo con ella para Fernando el Católico, ambos títulos llegaron
a manos de la corona española. Con los años, el de Nápoles quedó fusionado
dentro del título del Reino de las Dos Sicilias. Otro dato curioso es que
Felipe VI también ostenta la categoría de 'Rey de Gibraltar' (entre otros
muchas).
3-La influencia política española ha estado
presente no solo en la península, sino también en EE.UU., a través de
personajes como Pedro Casanave o Juan Miralles...
Lamentablemente
muchos son los libros de historia que han sido injustos con algunos personajes
patrios que han realizado grandes gestas más allá de nuestras fronteras. En los
últimos tiempos parece que se está haciendo un esfuerzo por recuperar la
memoria de muchos de esos nombres, pero todavía la inmensa mayoría de personas
desconocen quiénes fueron y qué hicieron. Los mencionados Pedro Casanave y Juan
Miralles son mucho más conocidos en Estados Unidos que aquí. En España pocos
son quienes saben que Casanave fue uno de los primeros alcaldes de Washington DC
y que fue el encargado de poner la primera piedra de la Casa Blanca.
4-A pesar de la tradición política de EE.UU.,
Inglaterra ha dado a la historia grandes personajes en este campo. Uno de ellos
fue Churchill, al que dedica un apartado en su obra. ¿Qué hay de verdad y qué
de mentira en la imagen de bravucón parlamentario que tenemos de él?
Hay mucho de
verdad en la fama que tenía de ser bravucón y malhumorado. Protagonizó algunas
salidas de tono a lo largo de su vida, pero no tantas como se le atribuyen. Era
un personaje peculiar, de gran ingenio y al que le gustaba salirse con la suya.
Por poner un ejemplo, cuando viajó a Nueva York en los años de plena Ley Seca
aprovechó un pequeño accidente que sufrió en la Gran Manzana para conseguir una
receta médica que le permitiera obtener 'licor terapéutico' y, así, poder beber
en EE.UU. sin quebrantar la mencionada norma.
5-¿Era tan ingenioso e incisivo como creemos?
Sus frases hirientes son recordadas hoy en toda la red...
Era un hombre
dotado de una gran inteligencia y muy rápido a la hora de responder a la prensa
o a sus contrincantes políticos. Pero al ser un personaje tan sumamente famoso
se le atribuyen hechos y frases que él jamás pronunció o protagonizó.
Si nos fijamos, las citas que circulan por
internet suelen tener casi siempre los mismos protagonistas: las científicas
son atribuidas a Albert
Einstein, las buenorrollistas y de autoayuda a Paulo Cohelo y las
políticas a Churchill.
Y eso, a pesar de que la inmensa mayoría de dichas citas no fueron pronunciadas
por ninguno de ellos.
6-Leyendo su libro, bien pareciera que la
política y los escándalos han estado siempre unidos. ¿Cuál es el lío o el
barullo en este campo que más le ha llamado la atención?
Son muchos, pero uno de los más curiosos (a
la vez que tronchantes) es el que protagonizaron Suecia y la URSS a lo largo de veinte
años. En la década de 1980 los suecos detectaron la presencia de un submarino
soviético en sus aguas y, a partir de aquel momento, se emparanoiaron. Estaban
convencidos de que los rusos podían invadirlos en cualquier momento.
Invirtieron
una auténtica fortuna en radares SONAR para detectar cualquier presencia
subacuática en sus aguas y fueron numerosísimas las ocasiones en las que, en
las grabaciones, escucharon sonidos de submarinos.
No fue hasta 2003, a raíz de unas
investigaciones científicas, cuando se descubrió que los mencionados sonidos no
provenían de submarinos soviéticos, sino que eran ventosidades de arenques (la
forma en la que estos peces se comunican entre si). Estas flatulencias casi
provocan un conflicto bélico.
7-En plena resaca de la investidura, ¿cree que
la política nacional seguirá ofreciendo momentos de chanza para los españoles?,
¿hay alguno que le haya parecido hilarante en las últimas semanas?
Muy a destacar
son los repentinos cambios de opinión de algunos líderes (hoy digo una cosa y
mañana lo contrario). También llaman la atención las extrañas alianzas con
proyectos políticos que están en las antípodas con el fin de alcanzar el poder
(o no soltarlo). Todo lo que estamos viviendo ahora será historia dentro de
unos años y dará pie para que se escriban interesantes y a la vez
divertidísimos libros.
8-¿Es posible divulgar historia (y, más
concretamente , historia de la política) de una forma sencilla y amena?
Sí, es posible,
aunque no es fácil. Estamos en la era de las 'Fake News', en la que alguien te
suelta un bulo en la red sobre cualquier tema y la gente se lo cree a pies
juntillas, sin cuestionarse si aquella historia es verdadera o falsa; tan solo
les interesa lo llamativa que es.
También hacen
un flaco favor a la divulgación algunas 'cuentas parodia' que, en forma de
chanza, explican hechos históricos totalmente tergiversados (e incluso
inventados) en busca de miles de retuits. Soy de la opinión de que con la Historia
se debe ser riguroso. Se puede explicar de una forma divertida, pero para ello
no hace falta meterle ningún dato extra e inventado.
MANUEL.P.VILLATORO.
DIARIO ABC 15.1.2020
HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA.
FITUR 2021
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