Antonio Pozo Indiano
Tierra de leyendas , este valle salmantino ha acogido durante siglos misterios que muy pocos se han atrevido a profanar.
Estar o pensar en Las Batuecas es estar distraído, o atontado sin atender a lo que se habla.
La frase proviene de viejas leyendas que consideran el valle de las Batuecas un lugar imaginario. Una de esas leyendas cuenta como un paje del Duque de Alba se fugó con una doncella y vagando por los montes y veredas fueron a parar a un valle muy agreste cuyos habitantes iban desnudos y hablaban un idioma desconocido.

En realidad , Las Batuecas es un pequeño valle situado en la provincia de Salamanca.

Sin embargo ,el aislamiento del lugar ,y las numerosas leyendas que le adornaban , hicieron de este valle , lleno de pinturas rupestres y una variada vegetación , un lugar de permanente curiosidad para solitarios y viajeros.
Unamuno habla de la serena belleza del valle y Luís Buñuel rueda en las ruinas del convento algunas escenas de su documental Las Huerdes , tierra sin pan.
Los carmelitas recuperaron la propiedad del convento y lo restauraron en los años cincuenta del pasado siglo XX.
Hoy ,una pequeña comunidad mantiene viva en él la llama de la vida contemplativa y ha construido una posada .El viajero que la visite podrá pasar la noche en el valle , pasear silencioso por sus veredas , visitar sus grutas, y seguir el curso de sus arroyos . Se sentirá como en uno de esos países por descubrir de los que hablaba Montesquieu , y entenderá por qué los amantes de la vieja leyenda lo eligieron para esconderse del mundo. Las Batuecas no es un lugar para hacer nada sino sólo para estar , ser y escuchar ese idioma desconocido que hablan las cosas mudas.
Gustavo Martín Garzo.
Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga
30 de Agosto 2011.
Las Batuecas no es un lugar para hacer nada sino sólo para estar , ser y escuchar ese idioma desconocido que hablan las cosas mudas.
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