Antonio Pozo Indiano
Tierra de leyendas , este valle salmantino ha acogido durante siglos misterios que muy pocos se han atrevido a profanar.
Estar o pensar en Las Batuecas es estar distraído, o atontado sin atender a lo que se habla.
La frase proviene de viejas leyendas que consideran el valle de las Batuecas un lugar imaginario. Una de esas leyendas cuenta como un paje del Duque de Alba se fugó con una doncella y vagando por los montes y veredas fueron a parar a un valle muy agreste cuyos habitantes iban desnudos y hablaban un idioma desconocido.
Nunca más se supo de los amantes , lo que dio lugar a todo tipo de especulaciones y fantasías acerca de lo que había sido de ellos , pues mientras algunos tenían a los habitantes de aquel valle como hijos del demonio , otros los juzgaban los seres más corteses y apacibles que había sobre la tierra: los discretos moradores de país de la dicha.
En realidad , Las Batuecas es un pequeño valle situado en la provincia de Salamanca.
Es una dehesa adonde iban a pastar los rebaños de La Alberca , a cuyo termino municipal pertenece. A la entrada del valle , que surca un riachuelo llamado también de Las Batuecas , se encuentra el convento del Desierto Carmelitano , construido a finales del siglo XVI, como lugar de vida retirada y eremitíca . Los carmelitas fueron desposeídos de su propiedad por la desamortización de Mendizábal , y el convento paso de mano en mano hasta convertirse en un montón de ruinas.
Sin embargo ,el aislamiento del lugar ,y las numerosas leyendas que le adornaban , hicieron de este valle , lleno de pinturas rupestres y una variada vegetación , un lugar de permanente curiosidad para solitarios y viajeros.
Unamuno habla de la serena belleza del valle y Luís Buñuel rueda en las ruinas del convento algunas escenas de su documental Las Huerdes , tierra sin pan.
Los carmelitas recuperaron la propiedad del convento y lo restauraron en los años cincuenta del pasado siglo XX.
Hoy ,una pequeña comunidad mantiene viva en él la llama de la vida contemplativa y ha construido una posada .El viajero que la visite podrá pasar la noche en el valle , pasear silencioso por sus veredas , visitar sus grutas, y seguir el curso de sus arroyos . Se sentirá como en uno de esos países por descubrir de los que hablaba Montesquieu , y entenderá por qué los amantes de la vieja leyenda lo eligieron para esconderse del mundo. Las Batuecas no es un lugar para hacer nada sino sólo para estar , ser y escuchar ese idioma desconocido que hablan las cosas mudas.
Gustavo Martín Garzo.
Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga
30 de Agosto 2011.
Las Batuecas no es un lugar para hacer nada sino sólo para estar , ser y escuchar ese idioma desconocido que hablan las cosas mudas.
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