Antonio Pozo Indiano
En el mensaje
previo a la Bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad de Roma y al mundo) de este
día de Navidad de 2018, el Papa Francisco pidió una Navidad fraterna que ponga
fin a los diferentes conflictos que afligen a numerosos pueblos y naciones.
Ante una Plaza
de San Pedro llena de fieles, peregrinos y turistas, el Pontífice, desde la
logia de la Basílica Vaticana, reservada para las grandes ocasiones, citó
algunos de los principales conflictos y crisis que se desarrollan en la
actualidad en el mundo: el conflicto palestino-israelí, la guerra en Siria, la
guerra en Yemen, el hambre en África, las tensiones en la Península coreana, la
división social en Venezuela, la guerra en Ucrania y la violencia en Nicaragua.
Asimismo, el
Papa dirigió “un recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que
celebran la Natividad del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles,
especialmente allí donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo
vulnerable o no considerada. Que el Señor les conceda, a ellos y a todas las
comunidades minoritarias, vivir en paz y que vean reconocidos sus propios
derechos, sobre todo a la libertad religiosa”.
El Papa
explicó que la fraternidad es el mensaje universal de la Navidad, porque el
Niño nacido de la Virgen María “nos dice que Dios es Padre bueno y nosotros
somos todos hermanos. Esta verdad está en la base de la visión cristiana de la
humanidad”.
“Sin la
fraternidad que Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más
justo no llegarían muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo
de convertirse en estructuras sin espíritu”.
Por eso, “mi
deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad. Fraternidad entre personas
de toda nación y cultura. Fraternidad entre personas con ideas diferentes, pero
capaces de respetarse y de escuchar al otro. Fraternidad entre personas de
diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de Dios a todos aquellos
que lo buscan”.
Así, “con su
encarnación, el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del
amor, la acogida y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos
en una gran variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos
en humanidad”.
Por lo tanto,
destacó Francisco, “nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una
riqueza”.
A
continuación, el texto completo del mensaje “Urbi et Orbi” del Papa Francisco:
Queridos
hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!
A vosotros,
fieles de Roma, a vosotros, peregrinos, y a todos los que estáis conectados
desde todas las partes del mundo, renuevo el gozoso anuncio de Belén: «Gloria a
Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad» (Lc
2,14).
Como los pastores,
que fueron los primeros en llegar a la gruta, contemplamos asombrados la señal
que Dios nos ha dado: «Un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre»
(Lc 2,12). En silencio, nos arrodillamos y adoramos.
¿Y qué nos
dice este Niño, que nos ha nacido de la Virgen María? ¿Cuál es el mensaje
universal de la Navidad? Nos dice que Dios es Padre bueno y nosotros somos
todos hermanos.
Esta verdad
está en la base de la visión cristiana de la humanidad. Sin la fraternidad que
Jesucristo nos ha dado, nuestros esfuerzos por un mundo más justo no llegarían
muy lejos, e incluso los mejores proyectos corren el riesgo de convertirse en
estructuras sin espíritu.
Por eso, mi
deseo de feliz Navidad es un deseo de fraternidad.
Fraternidad
entre personas de toda nación y cultura.
Fraternidad
entre personas con ideas diferentes, pero capaces de respetarse y de escuchar
al otro.
Fraternidad
entre personas de diversas religiones. Jesús ha venido a revelar el rostro de
Dios a todos aquellos que lo buscan.
Y el rostro de
Dios se ha manifestado en un rostro humano concreto. No apareció como un ángel,
sino como un hombre, nacido en un tiempo y un lugar. Así, con su encarnación,
el Hijo de Dios nos indica que la salvación pasa a través del amor, la acogida
y el respeto de nuestra pobre humanidad, que todos compartimos en una gran
variedad de etnias, de lenguas, de culturas…, pero todos hermanos en humanidad.
Entonces,
nuestras diferencias no son un daño o un peligro, son una riqueza. Como para un
artista que quiere hacer un mosaico: es mejor tener a disposición teselas de
muchos colores, antes que de pocos.
La experiencia
de la familia nos lo enseña: siendo hermanos y hermanas, somos distintos unos
de otros, y no siempre estamos de acuerdo, pero hay un vínculo indisoluble que
nos une, y el amor de los padres nos ayuda a querernos. Lo mismo vale para la
familia humana, pero aquí Dios es el “padre”, el fundamento y la fuerza de
nuestra fraternidad.
Que en esta
Navidad redescubramos los nexos de fraternidad que nos unen como seres humanos
y vinculan a todos los pueblos. Que haga posible que israelíes y palestinos
retomen el diálogo y emprendan un camino de paz que ponga fin a un conflicto
que ―desde hace más de setenta años― lacera la Tierra elegida por el Señor para
mostrar su rostro de amor.
Que el Niño
Jesús permita a la amada y martirizada Siria que vuelva a encontrar la
fraternidad después de largos años de guerra. Que la Comunidad internacional se
esfuerce firmemente por hallar una solución política que deje de lado las
divisiones y los intereses creados para que el pueblo sirio, especialmente
quienes tuvieron que dejar las propias tierras y buscar refugio en otro lugar,
pueda volver a vivir en paz en su patria.
Pienso en
Yemen, con la esperanza de que la tregua alcanzada por mediación de la
Comunidad internacional pueda aliviar finalmente a tantos niños y a las
poblaciones, exhaustos por la guerra y el hambre.
Pienso también
en África, donde millones de personas están refugiadas o desplazadas y
necesitan asistencia humanitaria y seguridad alimentaria. Que el divino Niño,
Rey de la paz, acalle las armas y haga surgir un nuevo amanecer de fraternidad
en todo el continente, y bendiga los esfuerzos de quienes se comprometen por
promover caminos de reconciliación a nivel político y social.
Que la Navidad
fortalezca los vínculos fraternos que unen la Península coreana y permita que
se continúe el camino de acercamiento puesto en marcha, y que se alcancen
soluciones compartidas que aseguren a todos el desarrollo y el bienestar.
Que este
tiempo de bendición le permita a Venezuela encontrar de nuevo la concordia y
que todos los miembros de la sociedad trabajen fraternalmente por el desarrollo
del país, ayudando a los sectores más débiles de la población.
Que el Señor
que nace dé consuelo a la amada Ucrania, ansiosa por reconquistar una paz
duradera que tarda en llegar. Solo con la paz, respetuosa de los derechos de
toda nación, el país puede recuperarse de los sufrimientos padecidos y restablecer
condiciones dignas para los propios ciudadanos. Me siento cercano a las
comunidades cristianas de esa región, y pido que se puedan tejer relaciones de
fraternidad y amistad.
Que delante
del Niño Jesús, los habitantes de la querida Nicaragua se redescubran hermanos,
para que no prevalezcan las divisiones y las discordias, sino que todos se
esfuercen por favorecer la reconciliación y por construir juntos el futuro del
país.
Deseo recordar
a los pueblos que sufren las colonizaciones ideológicas, culturales y
económicas viendo lacerada su libertad y su identidad, y que sufren por el
hambre y la falta de servicios educativos y sanitarios.
Dirijo un
recuerdo particular a nuestros hermanos y hermanas que celebran la Natividad
del Señor en contextos difíciles, por no decir hostiles, especialmente allí
donde la comunidad cristiana es una minoría, a menudo vulnerable o no
considerada. Que el Señor les conceda ―a ellos y a todas las comunidades
minoritarias― vivir en paz y que vean reconocidos sus propios derechos, sobre
todo a la libertad religiosa.
Que el Niño
pequeño y con frío que contemplamos hoy en el pesebre proteja a todos los niños
de la tierra y a toda persona frágil, indefensa y descartada. Que todos podamos
recibir paz y consuelo por el nacimiento del Salvador y, sintiéndonos amados
por el único Padre celestial, reencontrarnos y vivir como hermanos.
25 de diciembre de 2018 6:30 am
El Papa pide una
solución a los conflictos del mundo basada en la fraternidad
Redacción ACI Prensa
Cresrtomatía :
Antonio Pozo Indiano