LA LUZ DE BALLABRIGA.

LA LUZ DE  BALLABRIGA.
Antonio; Conde Yndiano de Ballabriga

jueves, 16 de enero de 2020

«¿Es todavía España un enigma histórico?»









Antonio Pozo Indiano
«–Cuando yo empleo una palabra –insistió Tentetieso en tono desdeñoso- significa lo que yo quiero que signifique…, ¡ni más ni menos!
-La cuestión está en saber –objetó Alicia– si usted puede conseguir que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.
–La cuestión está en
–La cuestión está en saber –declaró Tentetieso– quién manda aquí… ¡si ellas o yo!»
* Diálogo extraído de la obra de Lewis Carroll «A través del espejo y lo que Alicia encontró allí»

El término Reconquista es objeto de una encendida controversia entre historiadores y políticos de distintas ideología en los últimos años. Algunos directamente abogan por borrarlo del diccionario. Si a partir del siglo XIX se empezó a usar entre historiadores sin el mayor problema, hoy recurrir a él significa implicarse en una u otra ideología. En su obra «Recuperación y expansión de los reinos cristianos», Manuel González Jiménez, catedrático de la Universidad de Sevilla, divide las dos posiciones ideológicas entre los historiadores tradicionalistas que han usado la Reconquista en «un tópico retóricamente exaltado» y los historiadores marxistas, que lo han empleado en un «concepto que había que extirpar y combatir».
El principal argumento del primer grupo ideológico es que la palabra en sí, Reconquista, nunca fue utilizada en las crónicas medievales de los reinos hispánicos. El término fue introducido ya en el siglo XIX por un autor extranjero. No obstante, se usaban en los textos mediavales conceptos similares como restauración política de la monarquía y, desde luego, la idea de recuperación territorial, de lucha contra los musulmanes de Al-Andalus, está muy presente en las crónicas. «Incluso había llegado a estar presente en las actas de fundación de iglesias o en las donaciones hechas por los particulares o por la monarquía a la institución eclesiástica», apunta Martín Federico Ríos Saloma en su libro «La Reconquista: una construcción historiográfica» (Marcial Pons Historia, 2011).
En este sentido, el profesor Derek Lomax, autor de «The Reconquest of Spain» (1978), defendió en el libro mencionado que el marco conceptual de la Reconquista no es para nada artificial:

«...la Reconquista fue una ideología inventada por los hispano-cristianos poco después del 711, y su realización efectiva hizo que se mantuviera desde entonces como una tradición historiográfica, convirtiéndose también objeto de nostalgia y en un cliché retórico de los publicistas tanto tradicionales como marxistas».
El problema, según apunta el famoso historiador, no es el nombre o la existencia de ese proceso histórico, sino el uso político que cada bando ha dado al episodio, reduciendo, a conveniencia, la complejidad de un hecho con múltiples facetas. La historiografía de corte romántico-tradicionalista redujo esos ocho siglos del período medieval peninsular a una cuestión militar, a pesar de que no todo fue una confrontación entre cristianos y musulmanes, sino que se produjeron fases de intercambio cultural y social que todavía están presentes en lo que hoy es España.
Tradicionalistas contra marxistas
Esa historiografía decimonónica reclamó la ascendencia de un grupo cultural determinado, los cristianos de los reinos del norte, sobre el resto de grupos del país para así presentar a España como una nación forjado como oposición a los musulmanes. Por descontado, las simplificaciones nunca son buenas. Así describe el proceso desde un punto de vista tradicional el historiador Antonio de la Torre:
«Suele entenderse por Reconquista la recuperación del territorio nacional contra los invasores musulmanes. La musulmana es una invasión distinta de las anteriores, Roma y los germanos. Unos y otros se funden con los hispanos, bien imponiendo su cultura, como Roma, bien aceptando la del país, como los germanos. Los musulmanes no lograron fundirse con los españoles; conviven, se influyen mutuamente, pero el resultado final ha sido la eliminación del invasor. Esta larga contienda, iniciada en 711 y terminada en 1492, es la llamada Reconquista».
Que algunos de los elementos de esta ideología neogótica fueran míticos o fabulosos no quita que la sociedad cristiana acabara aceptando estas ideas y aplicándolas a lo largo de la Edad Media hasta la guerra final en Granada

Por contra, la historiografía marxista no solo descartó en su totalidad el concepto y lo vinculó al franquismo, también definió hitos de la España cristiana como Don Pelayo o El Cid como construcciones ficticias que había que extirpar. Nada es tan blanco ni tan negro. Está documentado que la batalla de Covadonga, fuera combate o escaramuza, se produjo en las fechas referidas y que sirvió para cimentar una ideología fundamental para comprender lo que fueron los grandes reinos cristianos de España.
El catedrático de Historia Medieval Juan Ignacio Ruiz de la Peña Solar en la entrada que le dedica a Don Pelayo en el Diccionario Biográfico de la RAH sostiene que «detrás de las contradicciones de las fuentes, de los datos irreconciliables, de las deformaciones fantásticas que ofrecen en muchos casos y de unos silencios no tanto atribuibles a la inexistencia de los hechos como al desconocimiento o minusvaloración, impremeditada o consciente, de los mismos por quienes los historiaban, la realidad de Pelayo y Covadonga, de los sucesos que esos dos nombres evocan, es actualmente incuestionable y de general aceptación por la historiografía más autorizada».
La ideología fraguada en fechas próximas a la conquista musulmana (concepto que, por cierto, no se cuestiona a pesar del escaso peso que tuvo el componente religioso del primer Islam durante el proceso de conquista) mezcló hechos imaginarios con otros reales. Razón que no basta para desacreditar el peso que tuvo la ideología en sí, que ya estaba vigente a finales del siglo IX, como si fuera fruto de elucubraciones de clérigos o de nostálgicos del pasado visigodo.
Que algunos de los elementos de esta ideología neogótica fueran míticos o fabulosos no quita que la sociedad cristiana acabara aceptando estas ideas y aplicándolas a lo largo de la Edad Media hasta la guerra final en Granada. Como en toda ideología, su valor no está en si usó cuestiones verdaderas o falsas, si no en sí fue o no operativa en su contexto. La Reconquista lo fue, y mucho, durante siete siglos.
A mediados del siglo XI la ideología de la Reconquista ya estaba completamente consolidada y hasta la conocían los musulmanes. Abd Allah, último rey del taifa granadino, se refiere en sus Memorias a una conversación con el gobernador mozárabe de Coimbra en los siguientes términos:
«Al-Ándalus pertenecía a los cristianos hasta que fueron vencidos por los árabes, que los obligaron a refugiarse en Galicia, la región más desfavorecida por la naturaleza. Pero ahora, que es posible, desean recuperar lo que les fue tomado por la fuerza. Para que los resultados sean definitivos, es necesario delitirlos y desgastarlos con el transcurso del tiempo. Cuando no tengan dinero ni soldados, nos apoderaremos del país sin esfuerzo».
Un uso operativo hoy en día
Para muchos historiadores, más allá de una cuestión ideológica, el uso del término resulta hoy en día una cuestión práctica, operativa, para aludir a un conflicto donde había dos fuerzas enfrentadas en un espacio y en un ámbito común. En este grupo destaca Francisco García-Fitz, catedrático de la Universidad de Extremadura, que con motivo de unas jornadas sobre la Reconquista organizadas por la Universidad CEU San Pablo el pasado octubre defendió su uso: «Si aceptamos el concepto de Reconquista es porque es fiel a un argumento que existía y porque resulta operativo hoy en día.
«Para la historiografía actual, lo problemático sería usar Restauración, que ya se aplica para una fase del siglo XIX relacionado con la vuelta de los Borbones, por lo que daríamos lugar a confusión. Los conceptos los usamos para aclarar, no para confundir, y este es operativo desde un punto de vista lingüístico», señala este experto en historia medieval sobre un argumento que no inventó la historiografía del siglo XIX o el nacionalismo español.
«Ellos hablaban de recuperar un bien que les había sido arrebatados. Ese argumento está en las crónicas del siglo IX»
El historiador Manuel Alejandro Rodríguez de la Peña, uno de los organizadores de las jornadas «La Reconquista a debate», también considera que se puede seguir usando Reconquista más allá del debate ideológico:
«Es incómodo el término Reconquista para algunas personas por el uso político que se le ha dado a lo largo de los siglos, tanto con ánimo de elogiarlo como de desprestigiarlo. Hoy en día, a los historiadores nos preocupa ese uso, que a veces conlleva que al emplearlo historiográficamente se te pueda catalogar de una cosa u otra. Nosotros pensamos que es un término con el suficiente consenso académico para que su uso sea neutro. Hemos llegado al punto de que si alguien lo usa debe adscribirse a una u otra ideología, lo cual es un despropósito».
El debate sobre el término, de elevado sesgo político, impide trabajar a los historiadores sin que se les coloque en una línea o en otra. Impide, en general, que puedan hacer su trabajo sin presiones. «Creo que ya va siendo hora de que dejemos de discutir acerca de un término, convertido casi en bandera de combate historiográfico, y profundicemos en otras cuestiones de mayor trascendencia como los fundamentos ideológicos de la Reconquista; el legitismo astur frente a otros legitimismos hispánicos; la Reconquista como soporte de una más amplia autonomía política; la Reconquista como objetivo común de los pueblos peninsulares; la Reconquista y el fortalecimiento de las monarquías feudales hispánicas, y otras más», defiende Manuel González Jiménez en su monográfico «Sobre la ideología de la Reconquista: realidades y tópicos».


La duración del episodio
Otro argumento en contra de usar el término de Reconquista está relacionado directamente con el hecho de integrar un periodo tan prolongado y variado dentro de un mismo compartimento histórico. Ortega y Gasset en el libro «La España invertebrada» ya cuestionó lo idóneo del término: «Una reconquista que dura ocho siglos, no es una reconquista».
Sin embargo, Eloy Benito Ruano, medievalista español, consideró en «La Reconquista. Una categoría histórica e historiografía» (2002) que el argumento de la larga duración no es suficiente para invalidar la Reconquista como fenómeno:
«Argumento que, a nuestro juicio, puede rebatirse con la invocación de tantos procesos y fenómenos históricos como pueden ser, en sus diversas proporciones, el Cristianismo, el feudalismo, la institución monárquica... Sujetos todos hoy incluíbles en la moderna concepción braudeliana (de Braudel) de la longue durée».
Otros conceptos como el de las cruzadas o la Edad Media resultan bastantes arbitrarios y hasta artificiales, y no por ello se aboga desde la historiografía por su desaparición. Hay otras razones por las que a su generación de pensadores les molestó el término.
La afirmación de Ortega y Gasset está integrada en una tradición crítica con el concepto tradicional de la Reconquista que iniciaron a finales del siglo XIX los «regeneracionistas». Este grupo ideológico, que abogaba por dejar atrás los males que habían llevado a la ruina de España, abominaba la Reconquista y la España medieval porque, como afirmó Sánchez Albornoz en una conferencia pronunciada en Praga en 1928, lo que representaba era la causa del «retraso» con respecto a Europa, el origen de un estado de «superexcitación guerrera» propia de los españoles y de «hipertrofia de la clerecía hispana». El propio Joaquín Costa propuso cerrar de una vez por todas, con siete llaves, el sepulcro de El Cid.
El historiador Miguel Ángel Ladero Quesada respondió en un artículo titulado «¿Es todavía España un enigma histórico?» a los «regeneracionistas» y a otros pensadores a los que estar demasiado cerca de los árboles no les permitía ver el bosque en su conjunto:
«Actualmente, muchos consideran espúreo el término reconquista para describir la realidad histórica de aquellos siglos, y prefieren hablar simplemente de conquista y sustitución de una sociedad y una cultura, la andalusí, por otra, la cristiano-occidental; pero aunque esto fue así, también lo es que el concepto de Reconquista nació en los siglos medievales y pertenece a su realidad en cuanto que sirvió para justificar ideológicamente muchos aspectos de aquel proceso».

CESAR CERVERA
DIARIO ABC
15-1-2020

         HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA


                                                         FITUR 2021


miércoles, 15 de enero de 2020

El timo de los barcos.













Antonio Pozo Indiano


La gran estafa de Rusia al Imperio español que Fernando VII ocultó por vergüenza

Alfred López publica «Eso no estaba en mi libro de historia de la política», una obra en la que recoge una infinidad de anécdotas y curiosidades sobre este campo


Los líos que vemos día sí y tarde también en el Congreso de los Diputados ( España) son únicos. O eso creemos. Pareciera como si la letanía de los gritos, los 'zascas' y las discusiones entre sus señorías (esa suerte de circo en los escaños) fuera una seña de identidad de nuestra era. Y otro tanto sucede con las corruptelas que, cada poco, asoman la patita por debajo de la alfombra. Pero la realidad es bien distinta a lo que se nos ha insertado en la mollera; como pasa en otros ámbitos, la política y todo lo que orbita a su alrededor es, con permiso de otro mucho más conocido, uno de los oficios más viejos del mundo. No solo eso, sino que ha tenido el privilegio de sorprender, con asiduidad para mal, a los ciudadanos desde hace siglos.
Un claro ejemplo es el llamado «escándalo de los navíos»: la adquisición de una flota de cinco bajeles por parte del rey Fernando VII a Rusia que acabó en un completo desastre. No por la falta de pago o (haciendo un símil) porque no llegase a buen puerto, sino porque, cuando los buques en cuestión arribaron a nuestro puerto, el monarca se percató de que se la habían dado con queso, pues se hallaban en pésimas condiciones. Este curioso suceso es uno de los muchos que explica el divulgador histórico Alfred López (más conocido con el sobrenombre de «El listo que todo lo sabe» en su más que popular blog) en su nueva obra: «Eso no estaba en mi libro de historia de la política» (Almuzara, 2019).
La obra en cuestión explica, con un estilo rápido y vibrante, una infinidad de anécdotas históricas relacionadas con el mundo de la política (y todo lo que a este rodea). Desde quién tiene el triste honor de ser el representante público corrupto más antiguo de la historia (el orador griego Demóstenes, del siglo IV a.C.), hasta las llamativas aspiraciones atómicas de Francisco Franco. Todo aquello digno de ser nombrado se recoge en la obra, que guarda -como no podía ser de otra forma- un lugar especial para «españoladas» como el instante en que Jordi Pujol prohibió a su predecesor, Josep Taradellas, gritar un «¡Viva a España! en su último discurso o el título olvidado que, en la actualidad, ostenta el monarca Felipe VI (el de rey de Jerusalén).

Una real estafa

Más allá de los claroscuros y la leyenda negra que rodea a Fernando VII, la realidad es que -como bien señala López en su obra- el monarca tuvo que afrontar un reinado plagado de vicisitudes. La principal: reconstruir un país que acababa de expulsar al invasor galo tras nada menos un lustro de enfrentamientos a cara de perro en el corazón de su territorio. Aunque no la única; y es que, las insistentes revueltas protagonizadas por los territorios latinoamericanos a partir de 1809 supusieron también un verdadero quebradero de cabeza para la monarquía. Para este último reto, «el Deseado» necesitaba contar con una armada similar a la que había tenido nuestra España antes de 1808.
«Recibió como herencia una Armada española cuya flota naval había prácticamente desaparecido a consecuencia de la batalla de Trafalgar, que tuvo lugar el 21 de octubre de 1805 bajo el reinado de su padre, Carlos IV», explica López. A su vez, y en sus palabras, la Guerra de la Independencia acabó con los, ya de por sí, dañados bajeles del vetusto Imperio. «La que había sido durante muchísimos años la armada más poderosa y temida de todos los mares se había quedado reducida a unos pocos barcos dañados», completa el divulgador. La pregunta estaba clara, y suponía todo un reto para Fernando VII: ¿Cómo podía el país reconstruir su flota de forma rápida y efectiva?
La solución fue la de siempre: el dinero. A pesar de haber salido de una guerra con Francia, Fernando VII adquirió a los galos en 1817 varios bajeles en buen estado. Pero el número seguía siendo escaso. Poco después, el monarca puso sus ojos en Rusia y solicitó al embajador del país en España, Dmitry Pavlovich Tatischev, que le propusiese al zar Alejandro I la compra de más naves. López se muestra partidario de que el entonces ministro de Marina, José Vázquez de Figueroa, avisó al rey de las «intenciones poco claras» del intermediario y criticó el alto precio que se barajó en principio. No obstante, todo terminó en la firma del llamado «Convenio de compra de la escuadra» a cambio de 13.600.000 rublos. Según el divulgador, «70 millones de reales de vellón». Una cifra, en todo caso, excesiva por cinco navíos y tres fragatas (estas últimas, un detalle simbólico).
                                              Alejandro I Zar de Rusia

Al final, en la adquisición no participaron los principales ministros (entre ellos, De Figueroa, excluido de las negociaciones). El trato, ya de por sí turbio, se convirtió en una auténtica pesadilla cuando los barcos rusos arribaron al puerto de Cádiz el 21 de febrero de 1818. Y es que, aunque en principio el capitán general de la región los declaró «capaces de todo servicio», pronto quedó cristalino que no podían combatir. «La mayoría tenían la madera con la que habían sido realizados podrida, además de haber sido usados en varios conflictos marinos por parte de la Armada rusa. Evidentemente España se encontraba ante una estafa en toda regla», añade López. Según narra, todos los navíos salvo uno fueron destruidos. Y este último fue reparado a costa de una ingente cantidad de dinero. Lo mismo pasó con las fragatas.
«Los rusos se escudaron en que en el contrato firmado por ambas partes no se especificaba por ningún lado que los barcos estarían, o deberían estar, en buen estado», añade el autor. El fraude, a la postre llamado «el timo de los barcos» por los españoles, intentó ser escondido por parte del monarca. «Tergiversó la historia en los diarios y mandó publicar que el acuerdo de adquisición de la flota rusa había sido un éxito», desvela. A partir de entonces existen dos versiones. En primer lugar, la que afirma que el ministro de Marina fue el peor parado por recriminar a Fernando VII su decisión. La segunda, por su parte, explica que su colaboración en el desastre fue mucho mayor y que fue uno de los principales responsables. En todo caso, la estafa ya estaba perpetrada.

Alfred López: «En los años 80, las ventosidades de arenques casi provocaron una guerra»

1-¿La historia de la política española ha sido siempre protagonizada por personajes torticeros e interesados?
La verdad es que ha habido de todo. Desde representantes que han sido honestos con sus ideales y con un gran sentido de servicio hacia los ciudadanos a los que representaban, hasta aquellos personajes que vieron en la política la herramienta perfecta para enriquecerse o convertirse en egocéntricos y déspotas. También los hay que han asumido roles y protagonismos que les tocaba. La historia es cíclica y lo que hoy en día tenemos no es más que un fiel reflejo de lo que hicieron los predecesores.
2-Parece curioso también que, a día de hoy, Felipe VI siga ostentando el título de rey de Jerusalén. ¿Cómo puede ser?
Efectivamente. Es la mar de curioso que un reino como el de Jerusalén, que dejó de existir como tal en el año 1291, siga existiendo como título y que este se continúe utilizando en la Casa Real española como uno más de los numerosos que ostenta el monarca.
La categoría de rey de Jerusalén estaba emparejada a la del Reino de Nápoles y, cuando, en 1504, Gonzalo Fernández de Córdoba (el 'Gran Capitán') se hizo con ella para Fernando el Católico, ambos títulos llegaron a manos de la corona española. Con los años, el de Nápoles quedó fusionado dentro del título del Reino de las Dos Sicilias. Otro dato curioso es que Felipe VI también ostenta la categoría de 'Rey de Gibraltar' (entre otros muchas).

3-La influencia política española ha estado presente no solo en la península, sino también en EE.UU., a través de personajes como Pedro Casanave o Juan Miralles...
Lamentablemente muchos son los libros de historia que han sido injustos con algunos personajes patrios que han realizado grandes gestas más allá de nuestras fronteras. En los últimos tiempos parece que se está haciendo un esfuerzo por recuperar la memoria de muchos de esos nombres, pero todavía la inmensa mayoría de personas desconocen quiénes fueron y qué hicieron. Los mencionados Pedro Casanave y Juan Miralles son mucho más conocidos en Estados Unidos que aquí. En España pocos son quienes saben que Casanave fue uno de los primeros alcaldes de Washington DC y que fue el encargado de poner la primera piedra de la Casa Blanca.

4-A pesar de la tradición política de EE.UU., Inglaterra ha dado a la historia grandes personajes en este campo. Uno de ellos fue Churchill, al que dedica un apartado en su obra. ¿Qué hay de verdad y qué de mentira en la imagen de bravucón parlamentario que tenemos de él?
Hay mucho de verdad en la fama que tenía de ser bravucón y malhumorado. Protagonizó algunas salidas de tono a lo largo de su vida, pero no tantas como se le atribuyen. Era un personaje peculiar, de gran ingenio y al que le gustaba salirse con la suya. Por poner un ejemplo, cuando viajó a Nueva York en los años de plena Ley Seca aprovechó un pequeño accidente que sufrió en la Gran Manzana para conseguir una receta médica que le permitiera obtener 'licor terapéutico' y, así, poder beber en EE.UU. sin quebrantar la mencionada norma.
5-¿Era tan ingenioso e incisivo como creemos? Sus frases hirientes son recordadas hoy en toda la red...
Era un hombre dotado de una gran inteligencia y muy rápido a la hora de responder a la prensa o a sus contrincantes políticos. Pero al ser un personaje tan sumamente famoso se le atribuyen hechos y frases que él jamás pronunció o protagonizó.
Si nos fijamos, las citas que circulan por internet suelen tener casi siempre los mismos protagonistas: las científicas son atribuidas a Albert Einstein, las buenorrollistas y de autoayuda a Paulo Cohelo y las políticas a Churchill. Y eso, a pesar de que la inmensa mayoría de dichas citas no fueron pronunciadas por ninguno de ellos.
6-Leyendo su libro, bien pareciera que la política y los escándalos han estado siempre unidos. ¿Cuál es el lío o el barullo en este campo que más le ha llamado la atención?
Son muchos, pero uno de los más curiosos (a la vez que tronchantes) es el que protagonizaron Suecia y la URSS a lo largo de veinte años. En la década de 1980 los suecos detectaron la presencia de un submarino soviético en sus aguas y, a partir de aquel momento, se emparanoiaron. Estaban convencidos de que los rusos podían invadirlos en cualquier momento.
Invirtieron una auténtica fortuna en radares SONAR para detectar cualquier presencia subacuática en sus aguas y fueron numerosísimas las ocasiones en las que, en las grabaciones, escucharon sonidos de submarinos.
No fue hasta 2003, a raíz de unas investigaciones científicas, cuando se descubrió que los mencionados sonidos no provenían de submarinos soviéticos, sino que eran ventosidades de arenques (la forma en la que estos peces se comunican entre si). Estas flatulencias casi provocan un conflicto bélico.

7-En plena resaca de la investidura, ¿cree que la política nacional seguirá ofreciendo momentos de chanza para los españoles?, ¿hay alguno que le haya parecido hilarante en las últimas semanas?
Muy a destacar son los repentinos cambios de opinión de algunos líderes (hoy digo una cosa y mañana lo contrario). También llaman la atención las extrañas alianzas con proyectos políticos que están en las antípodas con el fin de alcanzar el poder (o no soltarlo). Todo lo que estamos viviendo ahora será historia dentro de unos años y dará pie para que se escriban interesantes y a la vez divertidísimos libros.
8-¿Es posible divulgar historia (y, más concretamente , historia de la política) de una forma sencilla y amena?
Sí, es posible, aunque no es fácil. Estamos en la era de las 'Fake News', en la que alguien te suelta un bulo en la red sobre cualquier tema y la gente se lo cree a pies juntillas, sin cuestionarse si aquella historia es verdadera o falsa; tan solo les interesa lo llamativa que es.
También hacen un flaco favor a la divulgación algunas 'cuentas parodia' que, en forma de chanza, explican hechos históricos totalmente tergiversados (e incluso inventados) en busca de miles de retuits. Soy de la opinión de que con la Historia se debe ser riguroso. Se puede explicar de una forma divertida, pero para ello no hace falta meterle ningún dato extra e inventado.
MANUEL.P.VILLATORO.
DIARIO ABC 15.1.2020

HEMEROTECA DEL CONDE YNDIANO DE BALLABRIGA.

                                              
                                                           FITUR 2021


lunes, 13 de enero de 2020

Salud activa planes de eficiencia frente el agujero económico del SAS.








Antonio Pozo Indiano
Andalucía ( España)
La consejería ordena realizar planes de ahorro a los gerentes de todos los centros, centralizará compras y concentrará los almacenes para reducir excedentes.
La Consejería de Salud y Familias trabaja en tres planes de eficiencia para aminorar el déficit económico del sistema sanitario público. El agujero financiero se estima en torno a los 3.000 millones de euros y se ha convertido en un verdadero quebradero de cabeza no solo para los responsables económicos de este departamento sino para la Consejería de Hacienda, que en el último año ha tenido que realizar a Salud dos aportaciones extraordinarias de fondos procedentes de otras consejerías.
Consciente del problema, el pasado viernes, el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, admitía que en el «ambicioso» proyecto de renovación, modernización y actualización del sistema sanitario en Andalucía, queda «mucho por hacer» pero «con poco», lo que requiere «audacia, inteligencia, prioridad, coordinación y serenidad». Una vez asentados los nuevos cuadros de la consejería, la cuestión económica es prioritaria. Se trata ahora de buscar fórmulas de ahorro que no afecten a las prestaciones ni a la calidad asistencial, explica el director general de Gestión Económica y Servicios de la Consejería de Salud, José Antonio Miranda, que fuera antes portavoz de Hacienda del Grupo Popular en la Cámara andaluza.

El plan de eficiencia se sustenta en tres ejes, el primero proyecta la centralización de compras. Se trata de gestionar una central regional de compras de ámbito sanitario, de forma que lo que ahora se adquiere por hospitales, centros de salud o áreas sanitarias, que en muchos casos es una compra similar pero a precios distintos, quedará centralizado para cubrir toda la demanda de centros sanitarios de Andalucía y conseguir por compra en bloque un mejor precio.
«Esta centralización de compras va a generar un ahorro importante», asegura Miranda, que, no obstante, desconoce la cuantía global y cuándo se producirá, ya que su implantación se hará de forma progresiva y por grupos de productos. En la actualidad la Consejería trabaja en los pliegos de 13 expedientes centralizados de compra. Se harán lotes de fungibles, medicamentos, material, etc. hasta que queden totalmente centralizada todas las compras del sistema sanitario.
El segundo plan de ahorro se dirige a mejorar la eficiencia en el consumo de cada uno de los 53 hospitales de la red pública de salud, los centros especializados y los más de 1.500 centros de Atención Primaria.
Por una parte se van a centralizar por provincia los almacenes de productos sanitarios para que no haya uno en cada centro, como ocurre hasta ahora, de forma que los excedentes sean menores. Esta medida está en fase de diseño y se implantará progresivamente atendiendo a la complejidad de las distintas áreas sanitarias.
Además, se ha solicitado a cada director de centro un plan específico de eficiencia en su centro. «Quien mejor debe conocer su centro es el director gerente y por tanto debe localizar y corregir los nichos de ineficiencia», apunta el director general de Gestión Económica y servicios sanitarios. José Luis Miranda confía en que la implantación de ambos planes generará ahorro en todos los centros, aunque tampoco se atreve a dar una cifra aproximada.

Diferencias en el gasto

Previamente se ha analizado y comparado centro a centro el grado de cumplimiento de sus presupuestos y el volumen de gasto. El análisis de estos datos ha demostrado desviaciones singulares, como que los hospitales de Granada consumen más y pagan más caro los medicamentos. La Consejería va a analizar estas diferencias en la facturación de los hospitales.
Para explicar el caso de Granada se apuntó inicialmente que es una dinámica antigua que se relaciona con las especificidades de la prestación sanitaria en la provincia por contar con hospitales de referencia de más especialidades para la población de las provincias de su entorno. No obstante, la Consejería quiere contrastar ese desfase en las compras de los hospitales de Granada en relación a las que se realizan por centros de otras provincias con mayor población.
No es una situación nueva. A primeros de enero de 2017 saltó la polémica al conocerse que Martín Blanco, entonces viceconsejero de Salud de la Junta, autorizó en 2007, siendo el máximo responsable del área de compras del Hospital Virgen de las Nieves, un sobrecoste de casi un 20% en la compra de un medicamento con respecto a otros hospitales de la misma provincia, a pesar de tener su hospital Unidad de Hematología y contar, por tanto, con un mayor número de pacientes susceptibles de requerir ese fármaco. La consejería negó entonces que hubiera relación entre los concursos de compra de medicamentos en ese hospital con las donaciones que los laboratorios contratados realizan a entes vinculados a la Consejería de Salud y concretamente a la Fundación para la Investigación de Biomedicina de Granada FIBAO, que creó el propio Martín Blanco, como informó ABC. Martín Blanco fue cesado «a petición propia» el 31 de enero de 2017.
Los nuevos gestores de la Consejería de Salud seguirán investigando los desfases y están dispuestos a acabar con reinos de taifas en materia de compras para que el sistema gane en eficiencia.

Gasto energético

El tercer pilar del plan se dirige a mejorar la eficiencia energética. La Consejería de Salud tiene previsto invertir 21 millones de euros en proyectos de eficiencia energética en todo el sistema sanitario. Se servirá de fondos financiados al 80 por ciento por la Unión Europea. El plan de eficiencia energética permitirá cambios de los sistemas de calefacción/refrigeración, iluminación y cerramientos de los hospitales y centros sanitarios para aminorar una factura anual eléctrica que actualmente supera los 60 millones de euros.
Mientras se hacen todo tipo de peripecias presupuestarias para sacar adelante cada mes la factura sanitaria andaluza y se sigue a la espera de los 4.000 millones de infrafinanciación que el Parlamento andaluz viene demandando desde marzo de 2018. Un 60% de esa cifra debería dedicarse a Sanidad. Entonces era consejera de Hacienda María Jesús Montero que meses después, en junio, fue nombrada ministra. Desde entonces nada se sabe del pago de esa deuda y ni siquiera Montero ha convocado al Consejo de Política Fiscal y Financiera.
Miranda, ex portavoz de Hacienda del PP, sabe que tendrá que tener paciencia y agudizar el ingenio para sacar adelante la factura sanitaria mes tras mes. Opina que «con los equilibrios que tiene ahora el nuevo Gobierno, de la distribución de la financiación autonómica en toda España saldrán más beneficiadas unas comunidades que otras y no será precisamente Andalucía de las beneficiadas en la reforma».

Seis transferencias de crédito de 332 millones para cuadrar las cuentas

Las transferencias de crédito son habituales para cuadrar cuentas en la Administración, sobre todo en una organización tan mastodóntica como la que gestiona la Consejería de Salud que emplea a más de 100.000 trabajadores, un 3,6 por ciento de la población ocupada de Andalucía. Estas transferencias de créditos son habituales para trasvasar partidas entre departamentos de una misma consejería y más extraordinarios cuando la «inyección» financiera procede de otras consejerías. Entre septiembre y diciembre la Consejería de Hacienda ha autorizado hasta seis transferencias para paliar necesidades financieras de la de Salud por un importe de 332.121.688 euros. La mayor parte, eran partidas de la propia consejería que no se emplearían en el ejercicio económico para la finalidad con que fueron autorizados en el Presupuesto. Del total, 88 millones salieron de cuentas de otras consejerías, ejemplo de las dificultades para sostener la factura sanitaria. La mayor operación se autorizó en septiembre con la asignación de 234 millones para paliar el déficit del ejercicio y los gastos de personal, en su mayoría los derivados del plan para paliar la lista de espera. El resto se aprobaron entre el 4 y el 13 de diciembre y se realizaron para atender el déficit de la Agencia Pública Hospital de Poniente de Almería, compra de material fungible y sanitario, facturación de las recetas de Farmacia y pago de nóminas.


J.J.BORRERO
DIARIO ABC .
13 de Enero 2020


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