Antonio Pozo Indiano
Los equipos
negociadores de EEUU y China se reunieron ayer en Pekín por segunda vez para
tratar de poner fin a una de las situaciones de estancamiento geopolítico más
graves desde el final de la Guerra Fría: una guerra comercial entre las dos
mayores economías mundiales.
Las
conversaciones siguen a una reunión entre el presidente estadounidense Donald
Trump y su homólogo chino Xi Jinping en la cumbre del G20 en Buenos Aires el
mes pasado, donde acordaron una tregua de 90 días.
Trump
utiliza una política arriesgada para intentar poner fin a años de
transferencias de tecnología forzadas y exportaciones chinas que compiten con
las compañías estadounidenses. Xi defiende un statu quo que ha propiciado un
extraordinario crecimiento económico en China y que también ha enriquecido a
muchas empresas de EEUU.
Ambos
presidentes afrontan una situación cada vez más vulnerable en casa. Trump se
enfrenta a un Partido Demócrata renaciente, y Xi a la ralentización del
crecimiento económico. Ambos afrontan mercados volátiles. Los analistas creen
que todo ello ha acercado las posturas de las dos partes, aunque la brecha
sigue siendo amplia.
Estas son
algunas de las fortalezas y debilidades de ambos países.
Economía: Ventaja
para Trump
El impacto
de los aranceles estadounidenses es evidente. Las estadísticas oficiales
muestran que la economía de China creció un 6,7% en los tres primeros
trimestres de este año, camino de superar a la de EEUU a largo plazo. Pero
cuesta encontrar a alguien en Pekín que crea esa cifra, ya que otros datos
reflejan que el crecimiento está sufriendo una fuerte ralentización. Las
exportaciones siguen teniendo un peso mayor de lo que le gustaría a China en la
actividad económica real, y hay dudas de que la respuesta tradicional de Pekín
de aplicar estímulos financiados mediante deuda sea tan eficaz en esta ocasión.
La
situación de EEUU parece más optimista. Hay signos de advertencia sobre un
empeoramiento cíclico y problemas en los sectores afectados por los impuestos
aplicados en represalia por China. Pero en diciembre, la creación de empleo en
el país superó con creces las expectativas, reforzando la creencia de Trump de
que sus políticas comerciales no han dañado la economía estadounidense, sino
que pueden incluso estar beneficiándola.
Política: Ventaja
para Xi
Decir que
Xi no afronta presiones políticas porque China no celebra elecciones es una
visión simplista. La percepción de la opinión pública, y en especial lo que
piensan las familias elitistas, sigue influyendo en la toma de decisiones.
Algunos de los aliados de Xi no están cómodos con la amenaza que la guerra
comercial supone para sus intereses personales, según personas al corriente de
la situación. La opinión pública está preocupada por el conflicto con EEUU, que
coincide con un endurecimiento de la política nacional.
Trump
afronta presiones mucho más inmediatas. Arranca una dura campaña de reelección
a la presidencia en 2020 con el telón de fondo de unos bajos índices de
aprobación y la hiriente derrota en las elecciones de mitad de legislatura de
noviembre, que dieron el control de la Cámara de Representantes a los
demócratas. La "dureza con China" fue el lema de su campaña, pero ha
prometido llegar a un acuerdo con Xi. Esto da a China ventaja en las
negociaciones. Pekín espera que Trump acepte un acuerdo que le permita
declararse vencedor.
Mercados: Ventaja
para Xi
Las Bolsas
de ambos países están a punto de desmoronarse. El índice Shanghai Composite
cotiza en niveles de 2014, mientras que el Dow Jones Industrial Average ha
sufrido una corrección brutal. Ambos presidentes ven en el comportamiento de
los mercados bursátiles un referéndum de los mercados financieros sobre sus
políticas.
Trump está
obsesionado con la Bolsa. Nada más registrarse la primera oleada de ventas en
octubre, el presidente descolgó el teléfono para acordar la cena de Buenos
Aires que culminó en las conversaciones de esta semana. Nuevas caídas podrían
ponerle a la defensiva.
Xi,
seguidor de la teoría marxista, tiene una relación más complicada con el
movimiento de los mercados. Cuando asumió el cargo, ensalzó un mercado alcista.
El posterior desplome desacreditó a los tecnócratas financieros que podrían
haberse opuesto a sus políticas dirigistas. La ralentización de los últimos
años y la sombra de una crisis bancaria han provocado la desaparición de muchas
empresas privadas, haciendo que China sea mucho más dependiente del aparato
estatal.
Historia: Empate
EEUU y
China chocan en muchos frentes, y los dos usan diferentes analogías para
mostrar que están en el "bando bueno de la historia". El Gobierno de
Trump rememora la era Reagan. Robert Lighthizer, el representante de Comercio
de EEUU, es un veterano de las negociaciones que trató con Japón durante la era
de la burbuja, y es el cerebro detrás de los aranceles.
Otros
recuerdan el colapso de la Unión Soviética, que no pudo mantener su economía
planificada ante el aumento del gasto militar de Reagan. Xi está decidido a no
dejar que el Partido Comunista chino sufra la suerte de la Unión Soviética.
Cuenta con su legado familiar: al final de la Segunda Guerra Mundial, cuando
los comunistas de Mao Zedong daban muestras de debilidad, su padre Xi Zhongxun
coordinó una retirada de su capital Yan'an. Justo cuando parecían haber cedido
Yan'an, lanzaron un contraataque masivo y ganaron la guerra civil. EEUU haría
bien en no ignorar el uso de la debilidad estratégica en China.
¿Qué
bando tiene ventaja en la guerra comercial entre EEUU y China?
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9 ENE. 2019 - 00:13
Crestomatia : Conde Yndiano de Ballabriga
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