LA LUZ DE BALLABRIGA.

LA LUZ DE  BALLABRIGA.
Antonio; Conde Yndiano de Ballabriga

domingo, 30 de octubre de 2011

TERESA ENRIQUEZ DE ALVARADO " El apóstol del SACRAMENTO."

Teresa Enríquez de Alvarado (Medina de Rioseco, c. 1450- 4 de marzo de 1529) fue una dama de la nobleza castellana, famosa por su religiosidad y su dedicación a las obras de caridad.
 Fue hija del Almirante de Castilla y señor de Medina de Rioseco, Alonso II Enríquez, y de María de Alvarado y Villagrán, que murió al poco de nacer Teresa.
Nació hacia 1450 y fue criada por su abuela paterna, Teresa de Quiñones, en el monasterio franciscano de Valdescopezo.
Llevó una vida muy austera, resaltada por sus coetáneos. En su ciudad natal existe la leyenda de que en una ocasión, su abuela, Teresa de Quiñones, decidió participar junto a su nieta Teresa en la procesión del Jueves Santo, que organizaba la Cofradía de la Vera Cruz. Los lugareños de Medina de Rioseco, al ver a dos damas tan distinguidas en el séquito procesional, una mujer mayor y una niña de bellas facciones, hicieron correr la voz de que ese año habían participado en la procesión la mismísima Virgen María, acompañada de su madre Santa Ana.
Devota del Santísimo Sacramento, se dedicó a su exaltación durante los años de retiro en Torrijos una vez fallecido su marido Gutierre de Cárdenas.
 A ella se debe la fundación de la Hermandad del Santísimo Sacramento de Torrijos, la cual fue la primera de las de España. También se le debe la construcción de la colegiata de Torrijos en honor del Santísimo Sacramento, así la fundación del convento de la Concepción, tanto en Torrijos como en otras poblaciones.
Debe destacarse la labor humanitaria que realizó, junto a Isabel la Católica en la guerra de la conquista de Granada, pues se encargaba de atender a los heridos, ayudándoles a soportar los dolores y atendiéndoles en todo momento. A estas dos mujeres se debió la asistencia a los soldados que habían quedado inválidos. Tal vez por esta circunstancia Teresa Enríquez se interesó tanto por los enfermos y necesitados.
Nunca dejó a nadie sin darle alimento, y era proverbial su generosidad y esplendidez para los necesitados, pues todos los días ella misma atendía a los pobres, dándoles de comer, por lo que a Torrijos acudían gentes de todas partes para obtener una limosna, trabajo o comida.
Los hospitales de la Consolación y Santísima Trinidad de Torrijos fueron unas instituciones fundadas y sufragadas con los dineros que ellos habían dejado para este menester.
Fundó numerosos conventos en diferentes poblaciones de España, así como la construcción de una capilla en san Lorenzo y Dámaso en Roma. Además de encargar la realización de este tipo obras, se preocupó por la enseñanza de los niños, instituyó lo que se llamaba “los clerizones”, niños cantores, que además recibían instrucción y educación.
Se preocupó por dotar a las mujeres de vida descarriada para mejorar su estatus social y conseguir su matrimonio.
Junto con su esposo erigieron en la catedral de Toledo la capilla de la Virgen de la Antigua, en la que se puede ver el retablo en el que figuran las imágenes de este matrimonio, así como las de sus hijos.
Teresa Enríquez murió a muy avanzada edad, ya que su fallecimiento tuvo lugar el 4 de marzo de 1529, siendo enterrada junto a su marido en el convento franciscano, ya desaparecido, y posteriormente trasladado a la colegiata.
Hoy su cuerpo incorrupto descansa en el convento de la Concepción de Torrijos, y Teresa se halla en proceso de beatificación.
Sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt.28.20). Son palabras de Cristo Resucitado antes de subir al cielo en el día de su Ascensión. Jesucristo es verdaderamente el Enmanuel, Dios con nosotros, desde su Encarnación hasta el final de los tiempos. Y lo es de modo especialmente intenso y cercano en el misterio de su presencia en la Eucaristía.
¡Qué fuerza, qué consuelo, qué firme esperanza produce la contemplación del misterio Eucarístico!. ¡Es Dios con nosotros que nos hace partícipes de su vida y nos lanza al mundo para evangelizarlo!. Con estas palabras de SS. Juan Pablo II, pronunciadas en Sevilla en el Congreso Eucarístico, y con estos tres testimonios de amor y de fe en Jesús Sacramentado, vivamos más intensamente su presencia individualmente y en confraternidad. 



Crestomatía del Conde Yndiano de Ballabriga.

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